23-11-2024 06:18:01 AM

Bogotá y Puebla

La primera, es la capital nacional de la hermana república de Colombia, idea y sueño Bolivariano.

Él, lo llamó: “La Gran Colombia”.

La segunda: Puebla, angelical, levítica, y querúbica es la capital estatal de nuestro querido estado. Aquí, en nuestra Matria, nacimos, crecemos, nos reproducimos y blanquearan nuestros huesos al sol, o incinerados volveremos ceniza a nuestro suelo.

Los bogotanos, y los visitantes de todo el mundo, nos desplazamos de un punto a otro, en esta inmensa ciudad-región en centenares de soberbios vehículos articulados del “Sistema Transmilenio”, los cuales van por las súper-anchas e infinitas avenidas, atendiendo cómodamente millones de viajes-personas.

El gobierno central, los provinciales, los municipales, los dueños del capital nacional, iglesias, medios de comunicación masiva, así como los centros de educación superior discuten, polemizan, e incluso, sus cámaras diputadiles y senatoriales, facilitan la inversión $$$$ (económica) para la transportación pública, usando líneas alimentadoras de autobuses de todos tamaños, con taxis usando taxímetros restantes.

“Transmilenio” se creó, se mantiene, se amplía donde es necesario, con gasto-inversión de todos sus gobiernos existentes, retornando parte del pago de impuestos, derechos y servicios, en forma de subsidio del uso transmilénico a los usuarios.

Su administración es compleja, es sujeta al escrutinio social, el cual exige transparencia total en el manejo de los recursos económicos.

Ideal sería para la poblanidad que este gobierno estatal, ostentosa y realmente democrático, espiritualmente desea a incorporar a Puebla-Estado en el desarrollo vinculatorio al progreso social, enviara a todos y cada uno de sus técnicos dedicados al concepto metrobús, a ver, estudiar, analizar, todos y cada uno de los mecanismos exitosos del “Transmilenio” bogotano, para no seguir consecuencias desastrosas que dejen aún más frustrada a la poblanidad.

Cuando escribo “técnicos” me refiero a los mozos de estribos, a los pinches de cocina a los aprendices de artes y oficios, y a los maestros de cocina que prenden fogones, pican carnes, verduras, hortalizas y quesos.

Y se queman con aceites chirriantes, al mismo tiempo que soportan a gerentes fatuos, ignorantes y presuntuosos, que soñando en el mañana y sus glorias, se olvidan del principio de realidad tan útil a la gente sensata.

Es deseable que quien vaya a Bogotá le dedique toda su inteligencia para aprender con humildad lo que no sabe. Inventar el hilo negro y el agua tibia cuesta mucho dinero

Salvo su mejor opinión.

cesarmusalem@puebla.com

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