Una especie de psicosis colectiva viven los habitantes de la unidad habitacional San Damián, ubicada en San Martín Texmelucan. El olor a petróleo, a gas, o a cualquier sustancia química, hace que los colonos sientan que el corazón va a estallar; como explotó esa parte de la ciudad hace siete meses.
La angustia de vivir ahí se disipa cuando se va el aroma que se impregna hasta en el cerebro, dice Leticia Águila, quien habita ahí desde hace 10 años, cuando compró un departamento junto con su esposo, para que sus hijos tuvieran un patrimonio.
Leticia al igual que las más de 500 familias que viven en San Damián, ha pensado en mudarse por miedo; y diario cuando la noche cae, le pide a “Dios” que les dé tiempo de salir de su casa si los ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex) se riegan por ordeña o por descuido.
“Tenemos mucho miedo. Uno oye las sirenas de las ambulancias o de los bomberos y corriendo salimos a la calle, porque no sabemos para donde correr. Los ductos están bien viejos y en donde quiera nos sentimos inseguros. No sabemos ni a donde irnos”, contó.
Su hijo menor, Juan, no puede dormir y llora algunas noches, “como que se traumó y no sé qué hacer y pues ni modos que le diga que no va a pasar nada otra vez. Tenemos que estar pendientes. El fuego nos rodeó y a los cinco minutos de pasar atrás del rio todo explotó”.
“Pemex no hace nada y todos sabemos que San Martín es una bomba de tiempo. No tenemos un atlas de riesgos para saber donde están los ductos y movernos de ahí. Imagínese si vivimos encima de esos tubos y ni sabemos”, dijo Virgina López, otra de las habitantes de San Damián.
La misma zozobra padecen los habitantes de las juntas auxiliares Santa María Moyotzingo y San Baltazar Temaxcalac, donde sólo hace falta rascar la tierra unos 30 centímetros para encontrar oleoductos.
Además no existen rutas de evacuación para que los texmeluquenses sepan donde es seguro circular en caso de una evacuación.
La señalización de caminos para desalojar comunidades y la reconstrucción del puente Colorado son compromisos incumplidos desde el 19 de diciembre de 2010, cuando la ordeña de un ducto derivó en una explosión que dejó 29 muertos y 52 heridos, consumió 90 viviendas y derribó dos puentes.
El pasado 22 de junio, un escurrimiento de hidrocarburo generado por descuido de la paraestatal que dejó abierta una llave de bombeo, revivió la tragedia.
En esta ocasión no hubo pérdidas que lamentar, pero el pánico invadió a los texmeluquenses quienes exigen que la paraestatal les dé la cara. Aún tienen miedo pese a que el gobierno del estado y Pemex asegura que se limpiaron las alcantarillas y que no hay riesgo de explosión.
“No queremos que nos manden a las autoridades de acá. Que vengan los de Pemex que nos digan que pasa. A ellos no les importa que haya otra explosión, sus familias no viven acá”, dijo Álvaro Rojas poblador de la junta auxiliar San Baltazar Temaxcalac.
Demanda a PEMEX
El alcalde Carlos Sánchez Romero, planea demandar penalmente a la paraestatal para que cumpla con la reparación del puente Colorado y establezca una oficina de atención a la ciudadanía. También reconoció que la población está asustada y no descartó activar un programa de atención psicológica para quien lo solicite.
En la última reunión que tuvo con la paraestatal la semana pasada, Sánchez Romero y los alcaldes de las juntas auxiliares de Moyotzingo y Temaxcalac, exigieron apoyos económicos para la realización de obra pública.
Según los munícipes, esta sería una manera de compensar a la ciudadanía por los 40 años que tiene la paraestatal operando en San Martín Texmelucan sin dar nada a cambio.
Sánchez Romero ofreció una oficina en el Palacio Municipal para que personal de Pemex Refinación a tienda las demandas de los ciudadanos, y aclare las dudas respecto a la operación de las estaciones de bombeo del crudo.
“Es indispensable que ellos estén en contacto con la población. La gente piensa que no quiero solucionar sus dudas y la verdad es que hay cosas que tampoco entiendo del proceso de extracción”, dijo.
Comentó que iniciará negociaciones con los líderes del tianguis para reubicarlos en una zona segura pues debajo del considerado mercado de ropa más grande de América Latinoamérica, pasan ductos de Pemex y encima hay cables de alta tensión.
En tanto el director de Protección Civil estatal, Jesús Morales, informó que Pemex entregó un atlas de riesgos que indica que sus ductos pasan por 25 municipios entre los que se encuentran San Martín Texmelucan, Amozoc, Xicotepec de Juárez, Huachinango, entre otros.
Explicó que cuenta con claves de acceso para cada uno de los municipios y que debido a que se trata de información confidencial cada alcalde deberá responder ante la paraestatal si posteriormente hay tomas clandestinas.
Al momento no hay sanciones por parte de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente y la Comisión Nacional del Agua (Conagua) respecto del derrame del mes pasado, reconoció el delegado de Profepa, Federico González Magaña.
Señaló que “es inconcebible” que Pemex justifique como error humano el último incidente donde se chorreo una estación de bombeo, y señaló que las sanciones irán hasta los 300 mil pesos por cada instancia federal.
En tanto se analizan las muestras de tierra y agua del Rio Atoyac para saber cuáles fueron las afectaciones ambientales, algunos texmeluquenses seguirán rezando para que no explote la ciudad. Otros más además de orar, intentarán que el sueño no llegue y velarán para poder escuchar a tiempo el sonido de las sirenas que anuncien que tienen nuevamente que desalojar.