Esta situación sólo podrá ser enfrentada por una política pública bien fundamentada y que dé resultados de forma inmediata.
En la reciente crisis Puebla fue de los estados más golpeados en cuanto a producción industrial y, en consecuencia, registró un fuerte ajuste en el empleo. Tan sólo la caída del PIB estatal fue de 7.0%, y la tasa de desempleo superó el 5.0%.
Para este año el desempleo en la entidad alcanza el 4.9%, es decir 116 mil 130 poblanos están sin trabajo, incluso la cifra es más alta de lo que se reportó el año pasado.
Lo anterior aunado a que el empleo que se ha generado es de baja calidad, mal remunerado sin prestaciones tanto para técnicos como para profesionistas, y en su gran mayoría es de eventual.
En anteriores crisis, en la década de los noventa y aún en la de los ochenta del siglo pasado, si bien hubo desempleo no alcanzó los niveles tan elevados con relación a la Población Económicamente Activa (PEA), en parte por el ritmo de crecimiento que en sí registraba el estado comparado con otras entidades, aunada a la salida de cientos o miles de poblanos hacia Estados Unidos.
Puebla tradicionalmente ha sido un fuerte expulsor de población hacia Estados Unidos y, en consecuencia, es el quinto receptor de remesas en el país. En promedio al año capta unos 1,300 millones de dólares.
Analistas financieros y académicos estiman que hay por lo menos medio millón de poblanos en el vecino país del norte, más otros doscientos mil que intermitentemente entran y salen de esa nación.
Ante tal movilidad de población y el flujo de dinero las familias de escasos recursos, básicamente, podían cubrir sus necesidades básicas, aunque ello no se reflejara en el progreso familiar y mucho menos de la población de la que son originarios.
Tal como lo señala un análisis de BBVA-Bancomer desde 2007 (antes de la crisis) se “estancó” el número de mexicanos que emigraron al país del norte, en 11.8 millones de personas.
Varios factores se han combinado en los últimos cinco años para frenar la migración y la baja captación de recursos por las familias.
Primero, la crisis económica provocó la cancelación de empleo en ramas donde tradicionalmente se desempeñan los inmigrantes: construcción, comercio, servicios.
Segundo, las leyes antiinmigrantes aprobadas en Arizona, Georgia, Alabama y Carolina del Sur
Tercero, el tipo de cambio ha funcionado en contra de los receptores mexicanos, porque a mayor fortaleza del peso mexicano frente al dólar, al momento de cambiar las remesas se obtienen menos recursos en moneda nacional.
Cuarto, la recuperación en EU no ha sido tan rápida como esperaba y la vigencia de leyes antiinmigrantes provoca la movilización de mexicanos indocumentados hacia otras entidades de ese país que tampoco ofrecen suficiente empleo ni bien remunerado.
Estos factores han inhibido el paso hacia el país del norte, por consiguiente las personas que se quedan en Puebla no encuentran un empleo, y otras están subempleadas con un ingreso de apenas uno o dos salarios mínimos, es decir poco menos de 100 pesos al día.
Son pocos los poblanos que pueden o prefieren moverse hacia otras partes de la república mexicana, aunque tampoco hay una buena oferta de puestos, el empleo que logran no está bien remunerado o de igual forma están subocupados.
Además, un punto que desacatan los analistas financieros, es que las remesas que captan las familias se destinan para el consumo inmediato y para sostener la educación de niños y jóvenes, aunado a que estas familias que reciben remesas trabajan menos.
Al no tener un nivel de ingreso como el que estaban acostumbrados por las remesas, esas familias enfrentan un serio problema, buscar un empleo de forma inmediata, evitar la máximo que los niños y jóvenes abandonen la escuela, o si ya concluyeron su formación media aspiran a un trabajo más o menos bien pagado.
Estas personas son las que de inmediato se incorporan a la PEA disponible, más aquellas que por edad y/o por conclusión de formación académica se incorporan a la PEA.
Por consiguiente, todos estos poblanos son los que forman ese ejército de miles de desempleados que, parece, no decrecerá en los siguientes meses.
En la medida en que en el inmediato plazo Estados Unidos no sea la respuesta para esta parte de la población (más la tasa normal de natalidad), el gobierno estatal en este caso es el que debe generar políticas públicas con bases sólidas para que den resultados en el corto plazo y, por supuesto, a largo plazo.
De hecho la presión social encuentra escapes desde años en varias actividades, pero en estos momentos pueden fortalecerse otras que significarían un serio conflicto como el que ya viven otros estados, tales como más informalidad, delitos del fuero común (asaltos, robos), y por supuesto incremento de la llamada delincuencia organizada.
Algunas señales ya se han tenido desde hace tiempo en la entidad y, al parecer, podrían empezar a incrementar