1.- La democracia tiene para nosotros salvo su opinión dos antecedentes definitorios:
1.1.- El modelo griego consiste en que cien mil señores, servidos en el sentido amplio de la palabra por un millón de seres humanos llamados periecos; discuten en las plazas públicas la conveniencia o inconveniencia de hacer la guerra o la paz, alegan todo lo que haya alegable sobre las olimpiadas y pónense de acuerdo sobre el precio del trigo, del aceite o de la lana.
1.2.- Comparada esta sociedad con el modelo persa llamado satrapia, donde técnicamente se vive en una esclavitud, los occidentales nos enamoramos de la forma griega.
2.- El modelo estadounidense consiste en que:
a).- Los gobiernos tienen la facultad de cobrar impuestos siempre y cuando se discuta ello con la representación popular.
b).- Debe haber absoluta claridad y transparencia en el manejo de la inversión o del gasto realizado en obra pública, y en administración.
c).- Lo recaudado de impuestos debe servir única y exclusivamente para el bienestar y desarrollo del vecindario. No puede ser usufructuado o desviado por los gobernantes.
3.- Una democracia de país avanzado debe verse como un sistema donde “existan todas las oportunidades para acceder a todos y cada uno de los bienes y servicios producidos por la sociedad, para una inmensa mayoría”.
4.- En el caso mexicano, solamente practicamos una democracia electoral: votamos y elegimos con una enérgica abstención cada 3 años o 6. Una vez que el presidente de la República, los gobernadores de los estados, los presidentes municipales, o los legisladores locales y federales, protestan su alto encargo hacen lo que creen conveniente con los recursos públicos, con su administración y con su entorno, nos satisfaga o reprochemos sus actitudes.
5.- Ante este estado de cosas y mientras los mexicanos no generemos un nuevo orden constitucional cimentado en una flexible ingeniería de organización social, la única defensa (por cierto muy pobre) es cambiar cada 6 años o 3, a los políticos de un partido por otro, sin tener ninguna garantía de que el cambio genere una democracia de oportunidades, que Carlos Montemayor “definía como una democracia de bienestar social”.
5.1.- La única arma que tenemos para lograr un sistema democrático es generar una opinión pública democrática, donde los ciudadanos responsables formulemos respuestas a los problemas públicos, toda vez que la Política Social es tan seria que no podemos dejarla en manos de los practicantes de la Política Partidaria Electoral.
La universitas poblana tiene la obligación como tanque de inteligencia de nuestra sociedad, de definir con prontitud ¿lo que es opinión pública; para qué sirve, cómo se construye? y que medios de comunicación masiva deben de recibir apoyo obligadamente en forma de venta de publicidad gubernamental; le agrade o no le agrade a los gobernantes en turno. A lo contrario seguiremos con el estilo primitivo, anacrónico del siglo XX, que deben recibir recursos públicos la mass–media arrodillada ante el otorgante.