04-05-2024 11:08:41 PM

Flavia Ortega Vázquez.

Tal vez este nombre a much@s no les diga nada ya que no pertenece a una mujer con reconocimiento internacional o nacional, ni siquiera estatal; el nombre,  pertenece a una mujer sencilla, afable, solidaria, muy trabajadora, eje de su familia, entregada a su trabajo social y ayudando en todo momento a sus paisanos de un pequeño municipio de la sierra norte poblana.

Ella construyó su propia historia de vida, como lo hacen muchas mujeres de las que incluso se desconoce su rostro y su nombre.

Ella, como muchas otras mujeres de la sierra norte de Puebla, no tuvieron la oportunidad de acceder a mayores estudios, pero sabía escribir a máquina, lo que le permitió empezar a trabajar desde muy joven en la presidencia municipal de su pueblo  para ayudar con el poco salario que percibía a su familia, y poco a poco fue logrando el reconocimiento y el agradecimiento de las personas que se acercaban; lo mismo para escribirles una carta personal, que para ayudarles en alguna gestión.

Ese reconocimiento ciudadano y su permanente activismo político en las filas del PRI, a pesar de la fuerza política de los grupos caciquiles de la región, le permitió lograr -después de muchos años-  la candidatura a la presidencia del municipio de Venustiano Carranza  “Agua Fría” como es también conocido. Arrasó en su elección y  se convirtió en la primera y la única mujer que ha gobernado ese pequeño municipio en el período 1993-1996.

Priista incansable. Cuando le pedí aceptara ser la dirigente de las mujeres priistas en su municipio, aceptó de muy buen agrado y trabajó muy fuerte para posicionar nuestro movimiento. Después nos tocó compartir  muchos momentos, algunos muy difíciles, otros muy satisfactorios; juntas hicimos campaña, ella, presidenta municipal, yo,  diputada local -por primera vez- por ese distrito de la sierra norte.

Aprovechó como nadie la oportunidad de ser la presidenta de su pueblo, construyó escuelas, hizo el costurero del pueblo, mucha obra en las comunidades y nunca descuidó los apoyos para  las comunidades,  para los enfermos y los más necesitados. Fue una muy buena presidenta municipal.

Doña Flavia falleció el pasado martes después de una larga enfermedad que la postró durante mucho tiempo en una silla de ruedas, aún así sin una pierna, siguió trabajando.

Después de su período como Presidenta Municipal, continuó trabajando para el ayuntamiento apoyando a todas las autoridades posteriores hasta el mismo día de su muerte.

Ella fue protagonista de una parte de la historia de su lugar, pero esencialmente de las muchas historias de vida de las mujeres.

Así como ella, muchas priistas han entregado su vida, con un trabajo invisible –para algunos-pero constante,  poco reconocido en las esferas estatales, pero muy reconocido en sus localidades.

No recibió por parte del PRI estatal el homenaje a su entrega. No lo necesitó, a su lado siempre contó con el respaldo de su esposo y su familia.

Cuando en el pueblo se supo su muerte, salieron a las calles y pidieron a la familia que llevaran su féretro al lugar en el que había servido durante toda su vida: la presidencia municipal;  no pudieron entrar ya que la presidencia municipal de “Agua Fría” permanece cerrada por problemas políticos, aún así, los manifestantes se hicieron a un lado, se sumaron al homenaje y sus restos fueron colocados por unos minutos a las afueras del edificio donde le fue rendido un sencillo homenaje. El único orador fue su amigo entrañable el Profesor Montaño.

Flavia es un ejemplo de lucha personal que supo encontrar esas dos formas de estar en el mundo: como mujeres y como políticas; en un pequeño espacio de la geografía poblana lleno  de desigualdades, de contradicciones, de tensiones, de grandes necesidades; pero en un espacio en el cual supo aprovechar la oportunidad de servir, entendiendo claramente que las mujeres son tan capaces como los hombres sentados a su lado.

Ella y muchas otras como decía Rosario Castellanos “se separaron del rebaño e invadieron un terreno prohibido” y con su labor han contribuido a ensanchar el camino que empezaron a construir nuestras predecesoras.

Por eso hoy recuerdo a FLAVIA ORTEGA VAZQUEZ, así con mayúsculas y sirva ello para reconocer la aportación de las muchas mujeres de la sierra norte poblana, que como la misma Doña Flavia   “se levantan al alba a prender la estufa, a preparar el desayuno, a remojar el maíz, a planchar los pantalones, a terminar la trenza, a correr detrás del camión, a trabajar donde puedan y donde les paguen por hacerlo”

(Mujeres: mejores Denise Dresser; Nexos-Abril).

Descansa en paz mi querida Flavia, tu pueblo hasta el último momento reconoció tu labor que siempre será un ejemplo a seguir. Un abrazo fraternal a Don Pedro Nava su esposo.

rociog@prodigy.net.mx

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