En el México de las simulaciones, donde la Constitución es marxista, pero no se aplica, donde la Iglesia Católica no existe según la ley pero opera cotidianamente, donde las leyes son incumplibles pero todo tiene un arreglo, y donde más allá de las Relaciones Nicodémicas entre el Estado y la Iglesia, la gente -toda la gente- vive, trabaja y hace avanzar al país, la realidad se ha ido imponiendo sobre los radicalismos de los contendientes de siempre.
Ya hemos comentado que durante el sexenio cardenista ni Izquierda ni Derecha se arriesgaron a librar la madre de todas las batallas, y decidieron esperar a cuando las circunstancias del mundo favorecieran a su causa. Por un lado el avance del comunismo fue constante, por el otro, la ampliación de las libertades y los avances científico tecnológicos consolidaban nuevas formas de vida… ni en un modelo ni en otro hubo capacidad para abolir las religiones… y hablamos en plural porque el mundo Islámico adquiere cada vez mayor protagonismo.
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La Segunda Guerra Mundial había exigido -a nivel global- un discurso que incitara a los pueblos a respaldar la lucha por La Democracia, que -supuestamente- significaba libertad ante los llamados totalitarismos, lo cual limitó la acción de los radicales de muchos países que hubieron de conformarse con lo que hasta ese momento habían logrado, pero la confrontación entre las dos visiones del mundo y de la vida que desde al menos el año 1700 se había manifestado tan intensamente en España, Francia, México y otros países, y que había asolado al mundo con las dos guerras mundiales, prosiguieron con La Guerra Fría más allá de lo que hemos llamado mundo eurocéntrico, cuyos linderos para entonces habían sido rebasados. En ese ambiente se funda la Organización de las Naciones Unidas (1945), que se dijo sería el gran árbitro en los conflictos internacionales.
Enmarcados en el concepto y en el tiempo de la Guerra Fría se acuñaron diversos términos para justificar la acción de los más radicales. Desde luego comunismo fue el más socorrido, pero socialismo fue su acepción ligth. Los regímenes comunistas solían llamarse a sí mismos repúblicas populares y/o democráticas, sus movimientos intelectuales decíanse de vanguardia o progresistas y a sus adversarios les señalaban como imperialistas, fascistas o burgueses y reaccionarios. Los pobres por ser pobres eran los buenos y los ricos -la burguesía y/o el imperio- la injusticia a combatir.
En el otro bando simplemente decían luchar por La Libertad, y la gente así lo asumió generándose diversos movimientos filosóficos y socioculturales como el existencialismo, el estructuralismo y el postmodernismo que influyeron poderosamente en las sociedades de su tiempo, en la consolidación de la democracia liberal e impidiendo que prosperasen en esos y otros países (México uno de ellos) el marxismo, el anarquismo, el colectivismo y otras formas de plantear la vida de las naciones.
Simone de Beauvoir fue un personaje fundamental en el surgimiento de los movimientos feministas (El Segundo Sexo) y otros pensadores como Karl Popper (La Sociedad Abierta y sus Enemigos), Thomas Kuhn (La Estructura de las Revoluciones Científicas), Theodor Adorno (Crítica de la Cultura y Sociedad) y Michel Foucault (Vigilar y Castigar), entre muchos otros y a pesar de su simpatía por el marxismo, no pudieron dejar de expresar sus anhelos de libertad, rebasando los límites impuestos por lo llamado peyorativamente el establishment. El pensamiento occidental de la postguerra no pudo sostener la lógica de los totalitarismos, del colectivismo, ni del ateísmo, aunque si combatir las incompetencias, restricciones y abusos de las democracias. 1968 fue un año significativo en estos procesos y lo comentaremos más adelante.
De estas evoluciones filosóficas surgen corrientes como los rebeldes sin causa, los beatniks, los hippies y otras manifestaciones de vida. Influyeron en esta forma de ser y de pensar personajes como Bertrand Russell y Jean Paul Sartre, ambos activistas proclives al marxismo e incluso al anarquismo, pero que incitando al libertinaje fortalecieron el ansia de libertad en al menos dos generaciones occidentales (donde sí estaba permitido leer sus obras).
Cada uno de los sistemas se asumía como el bueno y decía que los otros eran los malos, sin embargo tanto los líderes comunistas como los capitalistas se encuadran entre quienes siempre lucharon por erradicar a la Civilización Cristiana, los primeros a sangre y fuego, los segundos política y culturalmente.
La Iglesia Católica no tomó partido en ninguna de las guerras mundiales, pero muchos católicos como ciudadanos y soldados combatieron en ambos lados en defensa de sus respectivas naciones y de lo que creyeron justo. En la postguerra el catolicismo militante luchó por sostener sus tradiciones y forma de vida, que irremediablemente han sido alteradas por los avances científicos y tecnológicos que han suscitado -naturalmente- nuevos estilos de vida.
La evolución de La Humanidad durante esas décadas, particularmente el desarrollo de los medios masivos de comunicación, obligó a las democracias a enarbolar la bandera de la libertad, a la vez que lo que se veía al otro lado del telón de acero indignaba a la gente y le movía a defender su forma de vida. Bajo esta lógica, en los países desarrollados surgen movimientos por la defensa de los derechos humanos con diversos tintes, algunos serios, otros fanatizados… pero todos actuantes, influyendo en la opinión pública y ejerciendo presión sobre los gobiernos.
Tanto las democracias como los totalitarismos tuvieron sus paranoias.
Cuando la opresión soviética agobiaba a Europa Oriental y la URSS blandía su bomba atómica, el Sputnik y su capacidad de atacar a las ciudades occidentales con proyectiles teledirigidos, en Estados Unidos surge el macartismo -por el senador Joseph McCarthy- quien denunciara a muchos norteamericanos marxistas que supuestamente colaboraban con la URSS, equiparándolos con quienes habían colaborado con los nazis en la Europa ocupada. Tuvo un éxito inusitado entre la gente atemorizada por la amenaza comunista. De ahí se derivaron listas negras y cacerías de brujas en contra de quienes simpatizaban de alguna manera con el marxismo (sobre todo entre personajes de Hollywood y medios de comunicación), lo que les llevó a dar mayor énfasis a sus demandas de libertad, paradójicas respecto a la praxis comunista con la que decían simpatizar.
Lo malo de la izquierda americana es que traicionó (al comunismo) para salvar sus piscinas.
Orson Wells
Por su parte, la URSS creo la NKVD (Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos), a cargo de la seguridad del Estado y con autoridad para realizar detenciones, juicios sumarios y ejecuciones. Los enemigos del Estado -por millones- fueron deportados, recluidos y asesinados en el Gulag soviético y también en otros países. Recordemos que Stalin ordenó y consumó el asesinato de León Trotsky en la ciudad de México (1940)
En éste ámbito sociocultural se desarrollaba La Guerra Fría, que en lo político y militar tuvo diferentes teatros de operaciones. Daremos un vistazo en nuestros próximos artículos…