Estimados amigos, soy Rubén Díaz Avelino y deseo advertirles del riesgo que significa utilizar cajeros automáticos del la firma BANORTE.
Como en mi caso, tengo el conocimiento y la información de otros más.
El día lunes a las 18:00 horas aproximadamente, acudí al cajero BANORTE número 60610 localizado en la sucursal BANORTE DE Plaza San Diego, en la Avenida Forjadores.
Luego de meter la tarjeta BANORTE llevé a cabo los pasos necesarios para hacer un retiro de tres mil pesos. Acto seguido el cajero hizo el sonido normal que hace un cajero para entregar el efectivo, sin embargo, empezó a repetirse el sonido y la acción una y otra vez.
La pantalla indicaba que la acción debía ser cancelada y así lo hice porque independientemente de la desconfianza que como todo mexicano tengo del Sistema Bancario y Financiero, cancelé la operación, pero de pronto apareció la leyenda que indicaba que la operación había sido cancelada, pero inmediatamente fue sustituida por otra que decía que la operación se había efectuado.
Inmediatamente observé al interior de la sucursal donde había al alcance de mi vista dos empleados y una empleada, les hice señas y con una moneda toque al cristal para que me hicieran caso. Así fue, me hicieron caso y en ese momento pude observar que dos personas más, una pareja, estaban en el escritorio del titular de la sucursal, posteriormente supe que se llama Pablo Guadarrama Morales. El joven estaba sentado y la chica al teléfono de la línea 01800 de la sucursal.
Desde el interior de la sucursal Guadarrama Morales me dijo que sacara mi tarjeta y que la volviera a meter para checar mi saldo. Así lo hice y el cajero me reportaba la cuenta con tres mil pesos menos, es decir, como si el retiro se hubiese efectuado. Luego el cajero quedó fuera de servicio.
El titular de la sucursal me dijo que pasara, como ya estaba cerrado, él mismo utilizó una llave para abrir la puerta y permitirme el acceso.
Ya en el interior le expliqué lo ocurrido y a su vez él me dijo que la chica que ahí se encontraba intentó retirar mil 500 pesos y que el cajero no se los dio, pero le reportaba mil 500 pesos menos en su cuenta, es decir y en palabras de Guadarrama Morales, eran dos casos similares.
Luego le indicaron a una persona que no estaba a nuestra vista que quitara de línea el cajero porque otras personas habían ingresado al mismo, se fueron una vez que comprobaron que el cajero estaba fuera de servicio.
Ya en el interior, la otra afectada y su servidor intercambiamos nuestros datos para apoyarnos mutuamente en caso necesario, ella se llama R. N., es profesora del Instituto D´Amesis, me dio su teléfono celular y su correo.
El intercambio de datos fue porque frente a nosotros los afectados de ROBANORTE, el propio gerente Pablo Guadarrama pidió a otro empleado que se comunicara a cajeros y el empleado le respondió que ya no había nadie pero que tenían reportes de casos similares en otros cajeros, y mencionó que también los de Reforma, es decir, el del centro histórico y el de Pabellón Reforma.
El gerente en cuestión nos pidió a los afectados hablar desde el teléfono de red interna de BANORTE a hacer el reporte, así lo hicimos y pidió que acudiéramos hoy martes para tener alguna información, debido a que ellos iban a hacer un recuento del efectivo.
Este día, el propio gerente junto con una ayudante informó de una manera poco educada que “no, no sobró efectivo, no lo tenemos y aquí no podemos hacer nada”.
Le solicite una explicación profesional y sólo me dijo que ahí no iba a arreglar nada, que era un problema de México y que si no me podía esperar cuatro días y que hablara a México.
Incluso le dije que si tenía que ir a la Condusef y me dijo que no era su problema que él ya había checado y que no sobró dinero, incluso le indiqué que no fue mi caso, que estaba el de R. N, y me dijo “tampoco sobró el dinero de ella”, ignorándome se fue a sentar a su lugar.
Deseo que esto puedan difundirlo debido a que los ciudadanos permanecemos indefensos ante las políticas inequitativas del sistema bancario mexicano, los bancos siempre tienen la razón y son ajenos e insensibles a los daños y contratiempos que generan.
Quizá seamos indiferentes ante estos casos, quizá suceda a unos cuantos, pero imaginen que en su próxima visita a un cajero sus cuentas están vacías o simplemente les reportan un saldo menor al que realmente tienen ustedes.
En el mejor de los casos, si les devuelven su dinero, por lo menos deben darles argumentos razonables, con respeto y sobre todo creíbles y que no abusen de la indefensión de los usuarios de los cajeros automáticos que somos más del 90 por ciento de los mexicanos.
