Todo cambia, nada permanece. Nadie se mete dos veces al mismo río, enunciaba Heráclito, el filósofo de la Dialéctica, que después retomaría magistralmente Hegel y adaptaría Marx a su Teoría Materialista de la Historia.
La cita filosófica viene a colación porque, efectivamente, la constante de los últimos tiempos es el cambio: Nada permanece estático ni en lo político, ni en lo social, ni en lo económico y, poco a poco, tampoco en lo moral.
En Puebla, los ciudadanos, despertando nuevamente el concepto del cambio en lo político-gubernamental, optaron por la alternancia y pronto tendremos autoridades de otro partido distinto al que nos gobernó durante los últimos ochenta años.
A nivel nacional, la idea del cambio ya había funcionado exitosamente en el año 2000 y los mexicanos decidieron votar por Vicente Fox, un personaje que encarnó el anhelo de muchos mexicanos que ya deseaban, simplemente, un partido distinto al PRI en la Presidencia.
Por supuesto, todos sabemos que el gobierno foxista no cumplió del todo las expectativas de transformación del país ?o al menos de la práctica política- que los ciudadanos esperaban. Y aunque no fue tan impopular como muchos creen ?sus opositores y críticos desde luego-, para muchos mexicanos comunes y corrientes, Vicente Fox no concretó el ideal de cambiar de tajo todo lo malo que había durante los regímenes priístas.
Por lo anterior, Felipe Calderón no gana más que por menos de medio punto porcentual las elecciones del 2006: El PAN y su candidato ya no representaban el cambio prometido por el blanquiazul durante tantos años. La expectativa de los votantes hacia el PAN disminuyó y muchos entonces vieron en López Obrador el que sí podía cambiar las cosas. Todos sabemos cómo terminó esa historia.
Hoy, la idea del cambio sigue estando presente en los electores. Sólo que ahora con ciertas particularidades. En las elecciones del 2010, la gente votó por la alternancia y el cambio en no pocos sitios? pero con distintos actores. En Puebla, Oaxaca y Sinaloa, los ciudadanos ya querían que el PRI se fuera, y votaron por las alianzas. Pero en Tlaxcala y Aguascalientes, donde el PAN gobernaba, la gente también quiso el cambio? y el PRI regresó. Lo mismo ocurrió en Zacatecas, pero ahí el que fue desterrado fue el PRD? para que el PRI retornara.
Qué paradoja ¿no? En no pocos sitios, el PRI es ahora el partido que encabeza la idea? del cambio. Por ello a nivel nacional, los ciudadanos ?al menos por el momento- ?castigan? al gobierno federal y hoy dicen que preferirían votar por el PRI.
Quién sabe si eso se mantenga, pero al día de hoy, la mayoría de electores quiere cambio de partido en la Presidencia. O por lo menos que las cosas cambien en el país, vamos.
En el BEAP ya hemos estado haciendo encuestas en algunos de los Estados donde habrá elecciones en 2011. Y en varios de ellos, los partidos que gobiernan están desgastados y a la gente le gustaría que hubiera? cambio de partido. Quizás no en todos los casos, pero la idea del cambio y la alternancia es el común denominador de las próximas elecciones.
Finalmente, en otros temas, no nos extrañe entonces que los jóvenes poblanos hoy sean muy tolerantes con el tema de las uniones gay: ya traen conceptos muy distintos a los que tienen sus padres y maestros. En todos los ámbitos y sentidos, aunque no nos guste o parezca a muchos que nacimos y crecimos en otra generación. Todo cambia, pues.
Y lo que falta.