La situación actual del país no es para nada un preámbulo adecuado para lo que viene en 2012. Y no hablo de las profecías de los mayas, sino de una sucesión presidencial que debería transformar ya, radicalmente, nuestro sistema político vigente.
Un crimen organizado totalmente desatado y que no respeta ya ningún nivel de autoridad. Asesinatos impunes de candidatos, Alcaldes, policías y hasta personas inocentes, ante el desconcierto y una buena dosis de incapacidad de los gobernantes en general. Carros bomba estallando en las calles de cualquier ciudad. Secuestros como forma cotidiana de inseguridad que ya no sorprende a nadie. Balaceras protagonizadas no solo por delincuentes sino por cualquier persona que ya anda armada y nerviosa ante cualquier asalto o agresión.
Robos de autos, asaltos en la calle, robos a casas? situaciones ya casi normales para cualquiera, que da gracias a Dios que ?solo fue eso?.
La guerra entre los distintos cárteles del narcotráfico en la que necesariamente están involucrados no pocos mandos policíacos y gubernamentales.
Un Presidente que ciertamente ha hecho un esfuerzo por luchar contra el crimen, pero con una estrategia al menos errática que no ha dado resultado alguno: La droga sigue llegando a sus destinos y el Ejército no ha podido ser el que detenga a las mafias, cuando algunos de sus mandos de plano están involucrados entre ellas.
Un Presidente que llama tarde a todos los sectores al diálogo, pero que claramente se observan sus afanes electorales para convencer por todos los medios que sí está trabajando? para que su partido recupere posicionamiento perdido y logre algo en 2012.
Líderes de los demás partidos que, al igual que el Presidente, les importa un bledo lo que pase en el país, siempre y cuando les deje también réditos electoreros: Si Calderón hace algo, mal; si no hace nada, peor. El chiste es que los ciudadanos piensen que las cosas antes eran mejores y que el PRI debe regresar a Los Pinos.
La izquierda y los perredistas peleando como siempre entre ellos para ver si esta vez sí pueden ganar la ansiada Presidencia, más por proyectos personales que con proyectos viables que transformen positivamente al país.
Una economía prendida de alfileres que al menor ventarrón internacional volverá a sufrir consecuencias impredecibles, y que si hoy muestra pequeños síntomas de recuperación de acuerdo a buenos deseos presidenciales y cifras maquilladas, la verdad es que nada de ello convence a amas de casa desesperadas porque sus maridos no ganan lo suficiente para dar de comer dignamente a sus hijos? cuando no de plano ni empleo tienen. La macroeconomía, como siempre, está muy bien de acuerdo a la visión gubernamental? pero el bolsillo familiar no entiende de ello y vive la triste realidad cotidiana del aumento de precios, del desempleo, del alza de impuestos.
Y por si todo esto fuera poco, revivir ahora un pleito que desde hace un par de siglos permanece latente y que resurge cíclicamente cuando se tocan fibras sensibles en cuanto a creencias, fe y moral. Cardenales católicos demandados por Jefes de Gobierno porque éstos promueven reformas inimaginables hace unos años, despertando así a unos fieles que defenderán ?ya lo han hecho- hasta la muerte sus convicciones y desde luego a sus líderes.
Lo único que nos faltaba en este singular escenario que es la antesala del 2012: Un pleito entre la Iglesia y el Estado, encabezado éste por un partido que siempre se dijo y asumió como aliado ideológico -al menos- de los que hoy son demandados. En serio, el diferendo entre los líderes católicos con los Ministros y Gobiernos que autorizan derechos de los homosexuales apenas ha empezado. No quiero ver que las demandas contra un Cardenal lleguen a momentos como su citatorio a declarar o que de plano lo quieran consignar? y la reacción de los católicos en las calles. Esto ya ha pasado antes?
Si así estamos hoy? ¿cómo llegaremos a 2012?
Que los mayas nos rediman.