Dejo de lado la opinión general y particular expresada contra la guerra que libran los policías federales, estatales y municipales contra el tráfico de estupefacientes blandos y duros.
Tal lenidad obedece a que la temática debe ser abordada y dilucidada por especialistas no solo en seguridad nacional sino expertos en sociología urbana y rural, doctores en medicina y reputados antropólogos; toda vez que cualquier opinión ligera no es más que chismorreo o intento desprestigiador contra el señor Presidente de la República.
1.- Los policías municipales de los dos mil quinientos (números redondos) ayuntamientos nacionales suman ciento sesenta y seis mil seres humanos que poseén rangos educativos de primaria a doctorado.
2.- Que carecen de una ley preservadora de su empleo, y que invariablemente cada tres o cuatro años son despedidos sin respetar el Código Federal Laboral.
3.- Al ser aniquilados en su ejercicio profesional dejan a sus familias en la orfandad mas absoluta, pues excepcionalmente son protegidos por sus empleados.
4.- No tienen escalafón ninguno, obteniendo en consecuencia incapacidad para ascender a rangos superiores.
Cuando las conductas Presidenciales abogan por la desaparición de los cuerpos policiacos de los gobiernos locales también llamados ayuntamientos, están impulsando actitudes irresponsables que dañan a las sociedades municipales.
En cualquier población de cualquier estado, existe el conocimiento pleno de las actitudes policiacas locales. Sabemos ¿quiénes son? Los corruptos y los incorruptos; los eficaces, los policías de corazón y los policías por hambre; y, como la corrupción es de la sociedad nacional todos ellos están expuestos como todos los cuerpos represivos de cualquier país a las tentaciones económicas, que en caso de ser concretadas ante una denuncia (como si fuese un policía ministerial o un ministerio público corrupto), sus pares también corruptos, los castigan cambiándolos de adscripción para que continúen (sin sanción alguna) actuando libremente.
La única policía capaz de detener la delincuencia primaria y secundaria es la policía municipal, proteger su existencia y resolver sus problemas estructurales es nuestra obligación ciudadana.
En cuanto al narcotráfico que es el negocio de todos los siglos, (casi igual a las quiebras financieras internacionales), no podrá detenerse sino rediseñarse legalizando el uso de las drogas bajo asistencia del sector salud y del SAT (Sistema de Administración Tributaria).
Empecinarnos o emperrándonos en aniquilar seres humanos no es nacional ni mucho menos humanitario.