Durante los siguientes días, las noticias girarán en torno a los preparativos del 5º Informe de Gobierno de Mario Marín Torres; también se hablará de las personalidades que lo acompañarán y de los recintos oficiales. Se comentará además de los “logros” del actual gobierno y, muy seguramente, de lo que políticamente hará en un futuro el actual titular del Poder Ejecutivo, quien, para muchos “admiradores”, pasará a la historia como un “gran gobernador”.
De muchos asuntos hablará Marín en su informe, pero no dirá que, durante su mandato, el estado de Puebla vivió las horas más terribles de su historia en cuanto a inseguridad pública, que aumentó el número de homicidios, de secuestros, de vendedores de drogas, que la delincuencia organizada sentó sus reales en Puebla (a pesar de la insistencia gubernamental de declarar las balaceras y atentados a funcionarios públicos como “hechos aislados”).
Tampoco creo que hable de los reproches que le hacen los comerciantes de San Martín Texmelucan por la falta de seguridad en el tianguis, o de que cientos de ancianos le exigen los recursos que el gobierno federal dispuso para ellos y que el secretario de Desarrollo Social estatal ha dilapidado, proyectando su persona para alcanzar la candidatura del PRI a la gubernatura.
¿Y qué decir del plantón que los antorchistas mantienen frente a Casa Aguayo? Cientos de poblanos están ahí porque el gobernador se niega a resolver sus demandas, que no son otras más que agua, luz, drenaje, hospitales, calles, etc; algo a lo que, según el discurso oficial, “todo mexicano tiene derecho”; lástima que todo quede en eso, en un discurso, porque la realidad es otra muy diferente.
Prueba de ello es la siguiente anécdota. El gobierno de “Nueva Generación”, como lo autodenominó el propio mandatario cuando andaba en campaña, se niega a construir un hospital en Huitzilan de Serdán, con mil pretextos (aunque la verdadera razón es que se trata de una demanda encabezada por Antorcha). Esto, a pesar de que, en los meses de mayo-junio aproximadamente, una encuesta de la Secretaría de Salud arrojó la cruda cifra de 450 mujeres indígenas con cáncer cérvico-uterino.
Por ésta y otras negativas de obras, llevamos ocho meses de plantón y continuaremos así, hasta que el gobierno resuelva estas demandas urgentes, pues las enfermedades de los indígenas, que carecen de un hospital no esperan: hace poco una de las 450 mujeres huitziltecas con cáncer falleció, ¿cuántas más tienen que morir para que el gobernante “emanado del pueblo” autorice, por ejemplo, la construcción de un nosocomio?” ¿Hablará de esto en su informe? Estoy seguro de que no.
