Inmerso en la Amazonía, septiembre-octubre de 2005
Mucho he visto suceder en mi ciudad y en mi país. En ocasiones, mi actuación algo tuvo que ver, pero en su momento, como ahora caminando por la selva, no distinguía muchas cosas que estaban frente a mí…
He tenido que habituarme al ambiente y conocer sus fenómenos para saber ver…
Entre tanto y a pesar de estar conciente de que el lugar me ocultaba enormes desafíos, su belleza y misterios incitaban mi inquietud, mi afán por conocer, por explorar, por descubrir…
Iba recordando como irrumpí por la espesura de la vida…
Por la apasionante jungla de la política…
Después de una larga caminata, llegamos a lo que en esa región es un río “pequeño” pero que para mi no lo era tanto. Bajaba con fuerza desde la lejana cordillera siendo mayor que nuestro Atoyac cuando está crecido…
Desde donde estábamos, veíamos surgir de entre la montaña una cascada a cuya base queríamos llegar, pero debíamos cruzar las impetuosas aguas…
No era adecuado -como no lo es en la vida- oponerte a la corriente, sino valerte de su fuerza para alcanzar tus metas. Iniciamos el cruce vadeando con dificultad por la orilla llena de cantos rodados que apuraban a dar pasos titubeantes. Al penetrar en la corriente, un poco más al centro, el piso estaba más parejo…
Había que caminar en diagonal aprovechando la corriente para impulsarse y concentrar la fuerza para mantener el rumbo y alcanzar las metas -como en la lucha opositora y en la vida profesional lo tuvimos que hacer- y tampoco aquí era fácil…
Cuando el agua nos iba llegando al cuello, por momentos sentíamos que de falsear seríamos arrastrados. Finalmente alcanzamos la otra orilla y como en la vida, fuimos conquistando posiciones e indicando la mejor ruta a los que venían atrás…
El camino que seguimos para llegar a la cascada es producto de un cataclismo. Hace muchos siglos se derrumbó la montaña y miles de inmensas rocas rodaron y se acomodaron por donde ahora discurre el torrente, formando de tanto en tanto hermosísimas pozas donde pudimos nadar en frescas y cristalinas aguas envueltos por la selva lujuriante…
Trepamos -sin el equipo adecuado- unos seiscientos metros entre escarpadas rocas y como todo lo que vale la pena, la meta llegó a parecernos inalcanzable….
Recordé como fuimos -también sin equipo y sobre las consecuencias de otros derrumbes- ascendiendo en la política nacional y en nuestra propia comunidad. Cuanta semejanza hay entre ambas experiencias, entonces también fuimos encontrando donde refrescarnos y como restaurar nuestras fuerzas para acometer hacia metas más elevadas…
Aquí también -como cuando dando un gran salto, hubimos de sufrir la pérdida de nuestro Jefe Fundador- la eventualidad de una despeñada siempre estuvo presente, no era improbable, el grado de dificultad era considerable y he de reconocer que como en la política y otros aspectos de la vida, si hubiera sabido lo que iba a tener que hacer, probablemente no hubiera ido, pero ya estando ahí, acudiendo a toda nuestra capacidad y buscando la ruta mas asequible, se logró la meta….
Fue muy satisfactorio, pues desde hacía muchos años no me proponía una meta de esfuerzo físico tan importante, además, disfrutar de un chapuzón en esas frescas aguas, rodeado por la selva y contemplando y escuchando la gran cascada, fue una maravillosa recompensa…
Y dio ocasión a que prosiguiera recordando mis pasos por la vida, siempre vinculados a la lucha política…
Como en la vida cotidiana, siempre inmerso en la lucha política, me había desempeñado en diversos ámbitos…
Aquí, las diferentes incursiones me dejaron ver que a pesar de estar en lo que parecería ser un mismo sitio, había notables variantes…
A diferencia de penetrar en la selva blandiendo el machete, bogar en el río no implica mover nada de lo que ahí está dispuesto naturalmente. Por tramos, se aprecia la selva bordeándolo hasta mojar las ramas en sus aguas, pero con frecuencia aparecen largos muros de tepetate de unos 10 metros de altura, que al desgajarse suelen arrojar hectáreas de selva al río, que así va cambiando su curso…
Hay extensas playas formadas por la arena y las gredas acumuladas por el agua, que tierra adentro, antes de los grandes árboles, están cundidas de zacate y carrizos… ahí proliferan animales que se protegen permaneciendo ocultos… acechando…
Tanto el río como la selva transpiran una delicada bruma que de cerca es apenas perceptible, pero que a la distancia genera un halo, un aura en la que los colores, todos los colores se atenúan y se funden para formar un todo armónico que te envuelve y extasía…
El sol se muestra de manera que lo puedes mirar directamente sin lastimar tus ojos… La luna se tiñe de un púrpura soberbio…
Al bogar al centro del inmenso río los ruidos de la selva van quedando lejos…
Las aguas son extremadamente mansas y las surcas en silencio, eso te permite contemplar y compenetrarte de ese mundo que parece perfecto…
Estar en medio de esa fina bruma, flotando sobre el agua y rodeado por la selva en un mágico silencio, resultó ser una vivencia profundamente mística que te invita a alabar al Autor de tal magnificencia y te sientes y te sabes cercano a Él…
Ha sido una fascinante experiencia
Bogar por las aguas de ese maravilloso río que me dio acceso a ese mundo que no es, de veras que no es salvaje… como lo es el nuestro…