Si alguna característica no le podemos negar al Presidente Felipe Calderón, es que, en justicia, sí es el Presidente del cambio. Pero de Gabinete.
En serio, porque con los cambios y sustituciones anunciados ayer, hay veintitantas modificaciones a su Gabinete original (legal y ampliado), y esto al menos para la primera mitad de su sexenio. Ni Fox hizo tantos cambios. Y ningún Presidente priísta tampoco.
Y, desde luego, lo anterior (de Fox o los priístas) no significa ninguna virtud ni nada por el estilo. Pero la bola de nombramientos, renombramientos, sustituciones (algunas obligadas) y enroques, no se hacen por casualidad. No, la verdad es una muestra de que en el Gabinete calderonista ha habido una clara ineficiencia en muchos de sus colaboradores originales. O ausencia de eficiencia, como quiera verse.
Lo cierto es que para la mitad de camino que lleva recorrido de su gestión, Felipe Calderón se enfrenta a una verdadera crisis política, por más que no se le quiera llamar así. Desde luego, sus defensores dirán que “hacían falta los cambios” o que “es valiente la actitud del Presidente al cambiar a quien debía…”. Pues sí, pero eso no quita el hecho de que sí hay cambios.
Vaya, en otras palabras, en cualquier organización humana no se quita a quien sí funciona ¿no?
Solo por recordar: En Gobernación primero estuvo Francisco Ramírez Acuña, quien fue sustituido por Juan Camilo Mouriño y luego éste (por su trágica muerte) por Fernando Gómez Mont.
En Economía comenzó Eduardo Sojo, pero fue sustituido por Gerardo Ruíz Mateos. Sojo se fue al INEGI.
En Sedesol primero estuvo Beatriz Zavala y fue reemplazada por Ernesto Cordero.
En La S. de la Función Pública inició Germán Martínez, quien luego fue mandado a dirigir el PAN. Hoy se habla de que le darán una Embajada.
En la SEP empezó Josefina Vázquez Mota y hace poco fue sustituida por Alonso Lujambio, muy buen amigo de Elba Esther Gordillo.
En la SCT Luis Téllez Kuenzler fue removido y llegó Juan Molinar Horcasitas, quien a su vez dejó el IMSS, al que llegó Daniel Karam.
César Nava dejó la Secretaría Particular de Presidencia para irse al PAN. Su hueso lo dejó a Luis Felipe Bravo Mena.
Y ayer fueron anunciadas las “renuncias” de Eduardo Medina Mora en la PGR, para ser reemplazado por Arturo Chávez (ilustre desconocido chihuahuense); de Jesús Reyes Heroles de PEMEX, a donde llegará Juan José Suárez Coppel (que viene de la IP) y de Alberto Cárdenas (quien se regresa a chupar presupuesto al Senado) y es reemplazado por Javier Mayorga (quien ya había ocupado el cargo, sustituyendo a Usabiaga, el primero en esa cartera con Vicente Fox).
¡Puuff! Y no mencionamos la bola de cambios que ha habido en el SAT, en Conaculta, en la SIEDO y muchos internos en la PGR.
Además, se ha insistido en los últimos días que también Agustín Carstens ya presentó su renuncia en Hacienda desde hace semanas y que reemplazará al sudoroso Guillermo Ortíz Martínez en la gubernatura del Banco de México. Dicen por ahí que también Gerardo Ruíz Mateos es muy probable que salga de Economía, donde no ha hecho absolutamente nada.
Finalmente, también se dice que la Secretaría de Turismo puede desaparecer, al igual que la S. de la Reforma Agraria, por ser auténticos elefantes blancos, dejando sin chamba a sus respectivos titulares.
Así que solo no se ha hablado de cambios o ha habido en sí, en la Secretaría de Relaciones Exteriores, Energía, Salud, Semarnat, Seguridad Pública, Defensa, Marina y Trabajo.
Aunque Genaro García Luna en la SSP y Javier Lozano en Trabajo y Previsión Social se han metido en broncas con medio mundo. En esos sí que debería pensarse en sus reemplazos. Y al paso que va Calderón… no dude que ocurra.
La pregunta es… ¿Cómo terminará el Presidente Calderón lo que resta de su ya muy accidentado sexenio?
Con ineficiencia en su gabinete. Con tendencia electoral adversa en todo el país para su partido. Con Congreso opositor beligerante y que le va a cobrar todas. Con su propio partido dividido y con pugnas facciosas. Con la peor crisis económica de la historia. Con sequía. Con Influenza. Con ataques especulativos al peso. Con inseguridad, violencia criminal sin control y con evidente narcoguerrilla controlando (o al menos despedazando) zonas del país…
Ya lo dijimos hace poco: Ni en sus peores pesadillas imaginó este escenario.
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