02-05-2024 08:45:58 AM

Referéndum a los políticos

Independientemente de cuál sea el resultado final del actual proceso electoral (tan competido y cambiante), no cabe duda que lo que se está escenificando es un auténtico referéndum a los políticos y los partidos.

Ya lo hemos venido diciendo, si en un escenario optimista votara poco más del 35 % del padrón electoral en el país (que consta de unos 77 millones de ciudadanos de una población actual de más de 109 millones), y de ese porcentaje el partido ganador lo hiciera por algo más del 35 % también, eso querría decir que algo así como uno o dos de cada diez mexicanos habría sufragado por el candidato ganador en su Distrito.
   
O en otras palabras, 8 o 9 de cada diez personas no habrán votado por el que será su “representante” en el Congreso de la Unión.

Si eso no es una crisis de representatividad y confianza, que alguien nos explique qué es.

Lo hemos medido a lo largo de diez años en el BEAP: la mayoría de la gente está desilusionada de los partidos actuales y de sus políticos, muchos de ellos saltarines que no terminan de ganar un cargo y ya están dejándolo para buscar otro.

Y nadie dice que no deba haber políticos profesionales. No. El malestar popular estriba en que esos políticos solo buscan el favor popular cuando les conviene, en tiempos de campaña, para después olvidar todo lo que anduvieron prometiendo.

Pero más aún, la gente percibe que el trabajo de esos personajes es injustamente remunerado, pues gana sueldos exorbitantes en comparación con la enorme mayoría de trabajadores del país, con una muy poca exigida labor: ir a sesiones unas cuantas veces al año y después gozar de gastos pagados en casi todos los rubros.

Cualquier persona opina negativamente de esa situación. Claro, menos los propios Diputados y Senadores, que son los que aprueban su propio presupuesto cada año. Y jamás han promovido que se les reduzcan los salarios o algo por el estilo.

¿Cómo no estar en desacuerdo? ¿Cómo no criticarlos?

Yo siempre me he preguntado si la cosa fuera diferente. Que el sueldo de un Diputado o Senador fuera como el de cualquier empleado de una empresa que solo trabajara unos meses al año, en jornadas de unas cuantas horas al día. Y que se les evaluara de acuerdo a su cumplimiento y asistencia a su trabajo. Y que hubiera la posibilidad de que los castigáramos con un voto en contra si no regresaron a su Distrito (aprobando la relección). Y que no se les pagara ningún tipo de viático (como a cualquier empleado de cualquier empresa, que tiene que solventar sus gastos personales sin ningún miramiento).

Me gustaría ver, pues, si habría tanto interés en las candidaturas. Y si habría tanto político metido en los partidos.

Seguramente no. O bien solo se meterían a la política aquellos que ya resolvieron su vida económica. O bien aquellos que les interesa servir, desde la honrosa medianía de sus ingresos.
Sí, ya sé. Seguiría habiendo algunos bribones que quisieran hacer negocios desde sus cargos o que buscaran beneficios de otra índoles (leyes a favor de sus empresas, grupos, etc.). Pero serían mucho menos, eso es un hecho.

En fin. Como todo esto que digo solo es un sueño, nomás falta esperar para ver quién obtiene la “mayoría” en el Congreso. Y a seguir con la historia de siempre. Y la mayoría de mexicanos a seguir con su sufrida vida laboral.

jriverp@yahoo.com

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