En un sistema que les obliga a reñir por el hueso cada tres años (en 2009 toca) quienes en México han hecho carrera en la función pública, brincan de un puesto a otro sin asentarse en ninguno -el sistema lo impide-. Ya hemos explicado que así se planteó como método de control -la transición no ha modificado esto- de manera que nadie puede gestar poder ni influencia ni dar soluciones que opaquen a sus jefes, así que nuestra “clase política” no está formada por políticos con vocación de poder aptos para construir una patria mejor, sino por sumisos subalternos que desean ser “importantes” antes que útiles y que están más preocupados por conservar su chamba que por el destino del país…
En la izquierda (el PRI y sus protectorados y colonias) siempre fue así. Sus “legisladores” aplaudieron de píe las mayores iniquidades que contra nuestra patria desencadenaron sus amos, admitieron las mayores injusticias y aberraciones mientras la gente les señalaba -sin mentir- como tiranos, ineptos y ladrones. Nada les importaba, vivir fuera del presupuesto era vivir en el error y como un político pobre era un pobre político, la ley y las instituciones del Estado estaban al servicio del mejor postor. Ellos estaban para mandar, no para ordenar, y así se fue multiplicando el caos que nos lleva diariamente a atascos de todo tipo que entorpecen la productividad, alteran el ánimo y hieren al país…
La derecha supo sortear los malos tiempos y volverse indispensable no sólo para legitimar al sistema, sino para sostenerlo, constituyéndose así en parte de lo mismo. Esa oposición de derecha, con un agudo discurso que señalaba las innegables fallas del sistema, propuso un cambio que partía de sacar al PRI de Los Pinos y de instaurar un régimen democrático, el gobierno de los mejores -una aristocracia en su rigor etimológico- capaz de generar una igualdad que diera a cada mexicano la oportunidad de ser un Carlos Slim. Así lo considerábamos muchos de quienes lo proclamábamos, sin percatarnos de que otros de los nuestros ambicionaban sacar al PRI de Los Pinos para instalarse ellos sin cambiar nada…
La izquierda había mostrado ya la importancia de poseer y controlar a un partido fuerte (el PRI), de manera que al hacerse de la dirigencia del PAN, la derecha mas radical y mejor organizada, se ha abocado por encima de todo a controlarlo, en cuanto a medio para fiscalizar el acceso a un poder al que no concibe como fruto de la democracia, sino como algo propio y destinado a instaurar un Estado confesional, es decir, uno que induzca imperativamente a la gente a vivir según ellos consideran que se debe vivir y por tanto tan autoritario como aquel que combatimos. Eso explica que al arribar al poder no se haya promovido el replanteamiento del sistema.
Con la llegada de Ernesto Rufo al gobierno de Baja California (1989) y después a muchos más, se derivaron incontables puestos públicos además de cada vez más posiciones en el Congreso de la Unión, en los congresos estatales y en numerosos ayuntamientos, mientras en 1999 con Luis Felipe Bravo Mena, El Yunque llegaba a la presidencia del PAN y se constituía en la corriente predominante en ese partido, al tiempo que Vicente Fox ganaba la presidencia de la República en el 2000…
La consolidación del dominio del Yunque en el PAN y el arribo de muchos de sus militantes a importantes puestos en el gobierno de la República y en los de los estados, fue estrechando su relación con el PRI, generándose enormes semejanzas operativas, aplicándose -según la usanza y con los mismos métodos del viejo sistema- a eliminar toda competencia incómoda al interior de SU PROPIO partido, porque para entonces el PAN ya era considerado feudo (Lebensraum) yunquista, situación que se recrudece durante la presidencia de Manuel Espino Barrientos.
Están documentados numerosos casos de cómo quienes ocupaban la dirigencia del PAN han hostilizado a gobernantes emanados de su propio partido y a dirigentes del mismo que no se han subordinado a la línea yunquista. Como ya hemos explicado, esto se inserta en la lógica de que antes que las soluciones está el control, y de que quien comienza a adquirir poder propio se constituye en una amenaza al sistema. Es así que la capacidad que había desarrollado la derecha durante las luchas opositoras para descubrir e impulsar a los liderazgos que México demanda, ¡fue reprimida…!!!
La derecha no ha luchado ya por las reformas que darían forma al régimen que proponía y el país precisa, porque ello implica desmantelar un sistema político del cual ya medra, y porque sus dirigentes, que ya no son los que encabezaron la lucha opositora sino quienes llegaron a cosechar los frutos de esta, no se sienten aptos para lograr bajo un régimen verdaderamente democrático, posiciones como las que hoy detentan,…