26-04-2024 12:34:13 AM

La globalización, ¿realmente un avance?

 

Colonia, Alemania.- Cuando en la década de los ochenta comenzamos a escuchar por primera vez el término “globalización” (mundialización), no se pensaba ni reflexionaba de qué manera ésta podría influenciar nuestras vidas; creo que ni entendíamos bien su significado, y quienes hablaban de ella, se referían únicamente a aspectos meramente positivos, tratando de vendernos la idea de un desarrollo beneficioso para todos.

 

Según la Real Academia Española, RAE, describe el concepto globalización como una  “tendencia de los mercados y las empresas a extenderse, alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa las fronteras nacionales”. Expertos y personas interesadas en la materia explican cómo los avances tecnológicos han hecho posible una mayor integración económica, comercial, política y cultural entre las naciones. Incluso, de qué manera la sociedad en general y sobre todo los menos favorecidos pueden beneficiarse de estos avances. Por otro lado, al mismo tiempo que se habla de todas las ventajas de la globalización, se pone en duda si realmente ha contribuido por igual a todas las ciudadanías de cualquier país.

 

Cuando nos detenemos a observar la forma en cómo nos comunicamos hoy en día, tanto en el campo laboral como en el ámbito privado, no nos podemos imaginar otra forma de relacionarnos sin utilizar la tecnología moderna. La internet la ocupamos desde los fines comerciales hasta los personales; los video-juegos y la televisión como pasatiempo y ocio, incluso como un reemplazo personal (babysitter); compramos lo último en telefonía móvil para estar constantemente en contacto y sin hacer mención de todo aquello que creemos debemos comprar y nos facilita la vida cotidiana.

 

Los actuales críticos de la globalización, entre ellos el  economista italiano Giovanni Sartori con su “Homo videns”, así como los visionarios del mundo moderno, como lo es Alvin Toffler en su libro “El shock del futuro”, hacen mención de estos avances en repercusión, sobre todo, de las familias (sociedades) y de las relaciones interpersonales. 

 

Muy a nuestro pesar la globalización no ha logrado aminorar las brechas de las desigualdades sociales ni económicas. Por el contrario, pareciera que éstas cada día se hacen más grandes, donde desafortunadamente la niñez y la juventud se enfrentan a una realidad llena de desesperanza y donde se pensara que los lazos afectivos no tienen cabida en este mundo; es más, es como si estuvieran “fuera de onda” y nos ridiculizáramos al hablar del tema. Nos hemos despersonalizado a tal grado, que el apoyo, la ayuda y el servicio social se han convertido en palabras extrañas y ajenas a nuestro vocabulario.

 

A este respecto, es necesario mencionar y hacer hincapié que cada miembro de cualquier sociedad, ya sea como padre, madre, familiar, amistad, personal dedicado a la educación formal, instituciones gubernamentales y no gubernamentales, etc., jugamos un papel importantísimo para un desarrollo sano de estas nuevas generaciones.

 

No importa en qué parte del mundo nos encontremos, sea en México, en algún lugar de Latinoamérica o en Europa, las sociedades se ven confrontadas día a día con más dificultades de desigualdad, donde incluso aquí en Alemania, el gobierno y la política hablan ya de una niñez y juventud relacionadas con problemas de pobreza, discutiendo lo notorio de las diferencias no únicamente económicas sino también sociales, que se han acrecentado en los últimos tiempos.

 

Definitivamente, tal vez no sea un punto de comparación referente a lo económico, pero sí es alarmante  la similitud de los problemas sociales que atañen a los dos países; por un lado México como país en desarrollo, y por el otro Alemania, como país de “primer mundo”.

 

¿No sería lo anterior un punto de reflexión y análisis? La globalización, si bien ha traído grandes avances y aspectos positivos, también ha perjudicado considerablemente las relaciones humanas. No hemos sabido aprovechar ni equilibrar lo que la mundialización nos ofrece, ya que ésta no debe favorecer a unos cuantos, sino debería ofrecer oportunidades por igual en todos los aspectos de la vida, como por ejemplo en lo profesional, económico, cultural y social.

 

Es nuestro deber ofrecerles a nuestros hijos y a nuestras hijas mejores condiciones de vida, pero estas condiciones no son puramente materiales, creyendo que todo se mide con el dinero y con nuestros hábitos de consumismo; muy por el contrario, la comunicación, la atención y los lazos afectivos no son reemplazables. Así mismo, sería mucho más beneficioso educarlos y crearles un carácter más crítico basado en la búsqueda de información fidedigna, con la cual logren tomar decisiones individuales y acertadas, ya que todas y cada una de ellas no sólo podría repercutir positivamente (o negativamente) en sus propias vidas, sino también en cualquier forma de relación con su entorno y medio ambiente.

 

Nuevamente, la finalidad de la Educación en Población es crear conciencia; es crear un equilibrio entre el ser humano y sus acciones, los avances tecnológicos, económicos y sociales unificados con la naturaleza; es decir, el desarrollo sustentable.

 

De hacer más conciencia y reflexión; si fuéramos más críticos sobre estos temas, aprovecharíamos más eficientemente esta globalización para poder lograr sus objetivos reales, además de mejorar las condiciones de vida de las diferentes sociedades, no importando la raza, lengua, condición cultural o social.

 

¡Con seguridad, valdría la pena intentarlo!

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