En estos días de bufalada, de cargada priista, consabidas líneas y señales divinas, muy poco se ha hablado de uno de los protagonistas principales de esta, la tan mentada sucesión adelantada que se vive en la política poblana.
Me refiero a Rafael Moreno Valle.
Y es que, en la práctica, es imposible no pensar que la definición del candidato priista a la gubernatura está íntimamente ligada al futuro inmediato del ex Secretario de Finanzas estatal.
La comida-destape del pasado viernes, además de poner a López Zavala en una posición de auténtica ventaja en relación con los demás aspirantes, mandó una señal muy concreta en torno a quién es realmente el que tiene en sus manos los hilos de la sucesión.
Desde o más alto del poder político local se hizo un llamado a la institucionalidad, al cierre de filas, a la movilización de sectores, de burócratas, de servidores públicos, de alcaldes, legisladores y empresarios simpatizantes con el PRI y la respuesta fue contundente.
Todos respondieron sin chistar.
A eso se enfrentará el PAN en las elecciones locales de 2010.
Un priismo local cohesionado, unido, disciplinado, que seguramente seguirá sin cuestionar la línea de operar con todo a favor del candidato que resulte designado desde Casa Puebla y que se beneficiará electoralmente de los saldos que arroje la aplicación de los programas sociales que se implementen en los últimos dos años de la actual administración.
Esto significa, para un partido que dependen en más del 90% de su voto duro, llegar a una elección en sus niveles máximos de potencial electoral y después de una casi segura victoria contundente en las elecciones federales de julio próximo.
La disyuntiva para el PAN no es sencilla.
La lógica en términos de rentabilidad política indicaría que el blanquiazul tendría que definirse por un candidato que por un lado le garantice amarrar el voto del total de sus militantes y simpatizantes y que por el otro, como valor agregado, tenga la posibilidad de sumar un porcentaje interesante de sufragios de otros actores políticos y sociales ajenos a Acción Nacional.
Es decir, un traje a la medida para las aspiraciones de Moreno Valle.
Rafael, si logra convertirse en un candidato que legitimen las bases del PAN, se convertiría en el único con posibilidades reales de darle la pelea al candidato oficial.
Las inmejorables relaciones con Elba Esther Gordillo facilitan la posibilidad de sumar en alianza al PANAL y de integrar a su proyecto político a priistas excluidos por el grupo gobernante y por supuesto, a los afectados directamente por la imposición del candidato.
Sin embargo, la historia nos enseña que la aplicación fría de criterios de rentabilidad política no ha sido el fuerte de quienes han controlado el partido desde hace décadas.
Nuevamente, apelando a la congruencia, al derecho de casta y a la fidelidad a sus principios ideológicos, los panistas podrían elegir a un abanderado legítimo al interior pero que afuera resulte incapaz de competir en contra del aparato priista.
Ya existen voces en el blanquiazul que aseguran preferir una nueva derrota electoral antes de “entregarle el partido” a un grupo ajeno a su filosofía y a sus prácticas políticas.
Si se imponen los duros ¿cuál sería el futuro político del hoy senador?
Si Moreno Valle no es el candidato en el 2010, la ruptura con el PAN sería inevitable a menos que el premio de consolación sea lo suficientemente atractivo.
Ahora bien ¿qué podría interesarle a un senador que ya fue parte importante del gabinete de un gobernador, ya fue diputado local y ya fue también diputado federal y que por su juventud intentará mantenerse vigente en el escenario político el mayor tiempo posible?
¿Un cargo en el gabinete de Calderón?
Difícil, muy difícil.
¿Colarse al proyecto político de Peña Nieto gracias a la intervención de Elba Esther?
Falta mucho muchísimo.
Ahí está el gran dilema para Rafael.
Pensar en la posibilidad de reformar internamente al PAN para convertirlo en un partido potencialmente ganador en Puebla parece en el corto plazo imposible.
Refugiarse en el PANAL o en Convergencia, partidos en donde tiene una importante influencia, sería un auténtico suicidio político si analizamos la realidad electoral por la que atraviesan y el futuro inmediato que les espera.
¿Y entonces?
Moreno Valle tendrá que ser lo suficientemente hábil como para convencer a las bases blanquiazules de que él es la mejor opción para el partido en el corto plazo.
De no hacerlo, su futuro en la política podría estar en riesgo.
latempestad@statuspuebla.com.mx