Polemizar sobre la gestión de cualquier mandatario es una tarea a todas luces estéril. Simplemente porque los juicios que se viertan del quehacer de un gobernante siempre van a llevar el matiz de las simpatías o antipatías partidistas que se tengan o los intereses que se busquen.
Si preguntamos a un priísta su evaluación del cuarto año de gobierno de Mario Marín y su opinión sobre el Informe emitido, seguramente expresará que hubo muchos logros, que no estamos mal y que los datos que informó fueron objetivos y veraces.
Por supuesto, si cuestionamos a un panista o antimarinista (abierto o disfrazado) sobre el gobierno estatal, dirá que hay muchos rezagos, que hay inseguridad que antes no se veía, que en el Informe no se dijo lo que se tenía que decir y un rosario más de críticas.
Y ponga usted el cuento al revés si el Gobernador fuera panista. Ya hemos vivido gestiones locales panistas y sus opositores nunca paran de criticar lo que se hace o no se hace. Normal. Es el juego de los partidos y sus dirigentes y simpatizantes.
Por esa razón, no hay mejor forma de saber la verdadera evaluación de la sociedad que midiéndola a través de ejercicios demoscópicos. Seguramente yo tengo mi opinión sobre un gobierno o partido, pero en una encuesta es solamente una más que entra en la estadística de todas las otras opiniones.
Y así sí podemos saber qué porcentaje de la sociedad opina de una u otra manera. Porque hay de todo. A favor y en contra, de acuerdo a sus filias y fobias partidistas. E incluso hay quien intenta ser imparcial y expresa un “más o menos” o cosas por el estilo (en calificaciones numéricas ponen 5 o 6, por ejemplo).
Eso es lo que nosotros publicamos: Porcentajes de lo que dice la gente. Ni más, ni menos. Y si la muestra fue representativa, ahí va mi opinión y la suya también.
En fin. Hoy, Mario Marín aprueba apretadamente ante la sociedad. Tiene, según nuestras encuestas (BEAP, publicadas ayer en Status), poco más de 6 (del 0 al 10) de calificación ciudadana y un 5.8 en cuanto a confianza ciudadana hacia el futuro. Cada quien puede interpretar esas cifras a su modo: Como el vaso medio vacío o medio lleno.
Por su parte, Felipe Calderón anda en números muy similares. Apenas rebasa el 6 y en aprobación social ha habido quincenas en que está alto y otras en que de plano la mayoría de gente desaprueba su gestión. Los panistas dicen que va muy bien y que los problemas le han venido desde fuera… y los opositores dicen que su gobierno es una desgracia.
Y usted podrá creer o no en los datos de nuestras encuestas u otras (según sus simpatías partidistas). Pero en lo que sí no puede estar en desacuerdo es en que las elecciones reflejan precisamente lo que la gente opina de los gobiernos. Y a eso voy.
Pronto habrá votaciones. Y ahí veremos si en la decisión del votante pesó más el que la gestión calderonista está en problemas y culpan a su partido y con ello votan por otro (PRI, por ejemplo). O bien veremos si la gente está harta de la gestión marinista y castigan a su partido sufragando por el PAN, seguramente (sabemos que el PRD en Puebla no tiene mayor fuerza ni influencia). Esa va a ser la verdadera prueba de fuego.
Lo que sí es un hecho es que cada día que pasa, hay más ciudadanos informados razonablemente y votan en razón de lo que observan. Ya no hay elecciones aseguradas para nadie. Y eso era justamente lo que queríamos ¿no?
Lo demás, la guerra de opiniones encontradas… es lo que le pone sal a la vida política de la aldea. Eso sí: el que se enoja… pierde.