28-04-2024 08:55:50 AM

¡La seguridad es una sensación…!

Retomando el tema de la geografía y la estadística; de las ciudades, del progreso y de la cultura, pero sin abandonar el de la situación actual y la inseguridad, comentaremos algo sobre el efecto sociológico del arte y de éste sobre la seguridad…

Hemos venido afirmando que la prosperidad depende en mucho de la ubicación geográfica y comercial, también que las poblaciones pequeñas y dispersas tienen mucho menos posibilidad de generar riqueza que aquellas que se encuentran concentradas y articuladas social y económicamente, en lo que la infraestructura juega un papel determinante…

También hemos dicho que mientras la infraestructura (telecomunicaciones, carreteras, autopistas, puertos, aeropuertos, etc.) se va desarrollando notoriamente, nuestros pueblos y ciudades carecen de planes y proyectos de largo plazo que les aseguren un mejor futuro…

Nuestros centros urbanos son agobiados por un creciente DESORDEN que entorpece todas las actividades. Son expresión viva del subdesarrollo, entendido este como la confrontación cotidiana con la torpeza…

Trámites absurdos, burocracia desmedida, bloqueos, marchas, plantones, tianguis que invaden las principales calles, carreteras que cruzan por el centro de las ciudades, embotellamientos, transporte urbano arcaico e ineficiente, todo ello en medio de un caos visual que en muchos casos es indescriptible…

Hemos dicho que es increíble que poblaciones ubicadas en sitios de extraordinaria belleza, presenten el más deplorable aspecto debido al funesto desorden y angustiante desaseo, haciéndose tan poco atractivas a la inversión externa y a sus propios habitantes…

La misma seguridad pública tiene mucho que ver con el aspecto de nuestros pueblos y ciudades, puesto que el entorno condiciona muchas actitudes de la gente y sin duda la belleza invita a acciones nobles mientras que el desorden y la suciedad a actitudes violentas.

Mucho se discute ahora si la solución a la inseguridad está en tener más policías, o si esto complicaría aún más el problema. Ya se ha hablado también en esta columna de la impunidad que se deriva de la complicidad de políticos, policías y delincuentes… hemos comentado muchas veces la gran diferencia que hay entre las autoridades que “mandan” valiéndose de la fuerza del Estado y las que ORDENAN mediante ideas y proyectos claros, debatibles y aceptables…

Lo que nos dará tranquilidad no es la acentuada presencia de autoridades mandonas que más se dedicarían a “morder” que a salvaguardar un orden muchas veces imperceptible y frecuentemente inexistente, sino el vigoroso influjo de un ambiente ordenado que suscite SENSACIÓN de seguridad…

El arte expresa un orden esplendente. La belleza es el ESPLENDOR DEL ORDEN y su disfrute origina emociones que compelen a la realización del acto humano perfecto, y este es muy lejano a la hostilidad y a la violencia, de ahí la ingente necesidad de dar ORDEN a nuestras ciudades como paso fundamental para sentirnos seguros…

La ciudad es la realización humana más compleja, la producción cultural más significante que hemos recibido de nuestros antepasados. La Ciudad nace del pensamiento, de la capacidad de imaginar un lugar para vivir, de la capacidad de erigir el hábitat para una especie, para la especie humana, cuyas características fundamentales lo son la inteligencia, la voluntad y su capacidad de comunicarse con sus semejantes para establecer las bases de colaboración en obras y acciones comunes sin las que es imposible el progreso…

La ciudad no sólo es un lugar concreto formado por calles, plazas y edificios, sino también una realidad social determinada por el Derecho. De la comunicación y de la consecuente colaboración emerge LA CULTURA como forma de cultivar a la vida y su expresión más nítida se da a través del arte…

Hacer la ciudad es construir un ESPACIO DE RELACIÓN que es también un lugar para el Poder: para el Templo y el Palacio, para las instituciones civiles y para los cuerpos intermedios. Pero no hay ciudad sin ciudadanía y esta requiere del simbolismo, de la emoción, del entusiasmo, de todo aquello que suscite una reacción sensual. El camino al progreso y a la tranquilidad es la ciudad que se hace deseable y que estimula nuestros sentidos para iluminar nuestra inteligencia y compeler nuestra voluntad a la realización del acto humano perfecto.

Lejos de que en medio del pánico y la desesperación (que siempre se dan por falta de COCO y de HUEVOS) la sociedad mexicana se vuelque a la creación de un Estado policíaco, apliquémonos a ordenar nuestra convivencia… no sólo las calles, plazas y edificios, sino también las instituciones de la República, hoy prostituidas por las redes de impunidad que agobian a nuestro México…

La impunidad se desarrolla fácilmente si la gente no tiene conciencia de sus derechos ni obligaciones o bien si está fácilmente dispuesta a abdicar de ellos… pero ser ciudadano es sentirse integrado a La Ciudad (La Polis… la vida política… la vida en común) no sólo en lo económico y en lo legal, sino espiritual y emocionalmente. La marginación -a la que tanto se atribuye la delincuencia- es sólo un poco la carencia de servicios públicos y un mucho el no sentirse ni ser tratado como ciudadano.

Eres ciudadano cuando los demás te ven y te tratan como tal, pero alguien sin deberes y derechos reales no puede considerarse verdadero ciudadano. De ahí la importancia de compartir los sitios que son de todos, que se hicieron con las aportaciones de todos, para que todos los disfruten por igual y se disfruten unos a otros, porque cuando se disfruta de la ciudad se disfruta de su gente, de los juegos de sus niños, de la ternura de sus enamorados, de la sonrisa de sus abuelos… mejor aún si hay música, danza, escultura en una hermosa plaza con bellos jardines rodeada de muy digna y ordenada arquitectura…

La decrépita clase política es incapaz de comprender estos fenómenos. Su notoria incultura, su falta de imaginación y su afán de fungir como mandamases, sólo les permite pensar que la seguridad se lograría mediante un Estado represivo, sin asumir que son ellos quienes han generado las redes de corrupción e impunidad y la sensación misma del peligro que acecha cuando se acerca una patrulla… 

La SEGURIDAD sólo se logrará erradicando las prácticas que les permiten la impunidad y esto a su vez depende de una renovación total del sistema político con gente fresca que haya estado alejada de la clase política ineficiente y corrupta que está en el gobierno para “mandar”, sin tener ideas, capacidad, ni mucho menos COCO y HUEVOS para ORDENAR…   

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