22-11-2024 07:59:55 AM

Ante amenaza, oportunidad…

El asqueroso atentado de Morelia contra personas inocentes puede tener muchas lecturas. Hoy mismo se sigue discutiendo quién o por qué llegar a ese grado de violencia criminal y terrorismo.

            Y desde luego, sea como fuere, resulta abominable desde cualquier ángulo que se le quiera ver. Es muestra, pues, de cómo ha avanzado el estado de descomposición social en el que estamos viviendo los mexicanos.

            Para muchos, los granadazos de Michoacán perjudican al de por sí vulnerable y apaleado Presidente Felipe Calderón. Sin embargo, yo tengo otra opinión.

            Los sucesos de la capital michoacana vinieron a borrar de forma fulminante otras noticias que por sí mismas eran de ocho columnas.

El mismo 15 de septiembre se implementó otra alza a los precios de las gasolinas (el 5º en lo que va de septiembre y el 19º ó 20º en lo que va del año).

El fin de semana previo a las fiestas patrias, en Estados Unidos quebraron uno de sus principales bancos, una de sus principales financieras y estuvo a punto de quebrar su aseguradora más importante. Todo ello provocaría la caída estrepitosa de su bolsa de valores en Wall Street y no pocos analistas ya comparan lo que está sucediendo allá con la Gran Depresión de 1929. De ese tamaño.

Lógico, el lunes ya no dio tiempo de que reaccionaran los mercados en nuestro país y el 16 de septiembre fue feriado y no hubo actividades en la BMV.

Pero el 17 de septiembre, el índice de precios y cotizaciones tuvo en auténtico “crack” (las acciones bajaron más de 5 %, que sumado a los descensos durante el año ya presentan serios deterioros masivos) todo como repercusión de lo que sucedía en Estados Unidos. La crisis que viene será brutal, pues.

Pero aquí prácticamente nadie comentó el asunto. Todos estamos metidos en esta especie de psicosis contra la violencia y los malditos narcocriminales. Y es lógico, por supuesto.

Por ello, de una amenaza espantosa que minaría más la confianza ciudadana en el Presidente Calderón, éste y su equipo de comunicación social, han obtenido una buena oportunidad para reposicionarse.

El discurso que dio Calderón el 16 de septiembre más se pareció a una arenga de tipo militar en un estado de guerra que a una intervención de fiestas patrias. Y repito, era lógico y necesario. Nadie puede estar en descuerdo con ello.

Pero Calderón también sabe que los momentos en los que un pueblo cierra filas con sus autoridades son justamente en épocas de guerra o enfrentamientos armados. Roosevelt fue venerado por la opinión pública norteamericana cuando decidió que su país interviniera en la Segunda Guerra Mundial y peleara contra los malos.

Y eso era justamente lo que le hacía falta a Felipe Calderón: Que la gente vuelva a creer en él. Por eso también los medios nacionales han recibido la instrucción de cubrir ampliamente las visitas del Presidente y su esposa a los heridos en los hospitales morelienses. Por eso siguen sus discursos con fervientes proclamas.

Obvio: La gente está (estamos) indignada. Y ésta puede ser la oportunidad de que la Presidencia de Calderón gane simpatías y confianza de la opinión pública.

Nosotros (BEAP) no hemos medido qué opinan los poblanos después de los atentados. Pero mi hipótesis es que el Presidente va a mejorar sus notas. Ya les comentaré por aquí mismo si me equivoqué o si así fue.

Saque usted sus propias conclusiones.

 

jriverp@yahoo.com

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