03-05-2024 08:24:47 PM

Ciudadanos Hartos

Nadie en su sano juicio puede estar contento con la brutal crisis de inseguridad pública que azota al país entero. Nadie puede estar en contra de que se hagan marchas o cualquier tipo de protesta que busque que las cosas cambien urgentemente.

         La pregunta obligada es ¿Por qué en otros países no sucede lo que en México y en general en Latinoamérica? ¿Por qué en países europeos no hay secuestros o se puede caminar por las calles con toda libertad y tranquilidad en la madrugada, solo o acompañado? Respondiendo esto podemos sacar varias conclusiones.

         En primerísimo lugar, porque en esos sitios existe un respeto muy grande a la ley y a las autoridades. Si alguien comete un delito, el sistema judicial y policial lo persigue y castiga. No hay excepciones, no hay complacencias. Hay castigos ejemplares.

         ¿Y por qué allá sí se respeta a la autoridad y el Estado de Derecho? Bueno, porque los gobernantes llegan al poder por un consenso democrático, ganando limpia y efectivamente las elecciones, y sabiendo sobre todo que si no hacen un buen papel, los ciudadanos los echarán de ahí con sus votos.

         Esto último, además, provoca que esas autoridades busquen llevar a cabo buenas gestiones, promotoras del bienestar y de un sistema justo que provoque muchas inversiones privadas, creadoras de empleos bien remunerados y con ello ciudadanos con un buen nivel de vida que no tengan ni tiempo ni necesidad de delinquir.

         Por supuesto, en cualquier país del mundo hay delincuentes (naturaleza humana, le llaman). Pero en los descritos hay muchos menos que en el nuestro y en la mayoría de países de Latinoamérica (con excepción de Chile o Costa Rica quizás, habría que decirlo). ¿Qué nos pasó?, dijera últimamente el señor Martí.

         La respuesta salta a la vista: Malas autoridades, quienes son definitivamente las responsables de que un país funcione correctamente.

         Desde luego, esto último no nos quita responsabilidades ciudadanas (educar bien a nuestros hijos, respetar la ley, fomentar la sana convivencia, etc.). Pero si no hay un buen gobierno que atienda correctamente los problemas comunitarios, el tejido social tarde o temprano se descompone y entramos en un círculo vicioso tan grave como en el que ahora estamos inmersos los mexicanos.

         Y aquí les toca parejo a todos los funcionarios, sean del partido que sean. Ese es el problema fundamental. La gente ya está harta del sistema político actual y de sus integrantes. Y esto es lo más grave: Muchos días, en el blog de esta columna, aparecen preocupantes mensajes anónimos que son un indicador de lo que piensa no poca gente (¡Haz Patria, mata a un político!).

         Aguas. ¿Eso es lo que realmente queremos? ¿Qué un buen día reviente la paciencia ciudadana y como en Argentina en 2000, salga la gente a las calles y arrase con lo que encuentre a su paso y destierre a toda una generación de políticos y partidos? O que, como en Colombia, los ciudadanos cansados se organicen en grupos paramilitares para defenderse (“Muerte a los Secuestradores” y más).

         Pero… ¿cómo confiar en los políticos si ahora nos enteramos que miembros de un grupo de partidos en 2006 estaban listos con bombas molotov y quién sabe cuántas cosas más para impedir el ascenso de Felipe Calderón? ¿Cómo confiar en los partidos si están viendo hoy a la inseguridad como un apetitoso tema electorero para denostar al adversario? ¿Cómo, si entre ellos hay amigos y hasta protectores de los narcos?

         Ya mejor ahí le dejamos. Saque sus propias conclusiones.

 

jriverp@yahoo.com

  

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