Muy a propósito de los comentarios que ha suscitado el alza en los pasajes del transporte urbano, conviene reflexionar en el problema de fondo, que no son las tarifas, sino el sistema en su conjunto. De ahí que cuando vemos que un partido apoya sin restricción la medida mientras que el otro la reprueba sin mayor análisis, lo que queda en evidencia es el sectarismo y estulticia con que se manejan asuntos que afectan determinantemente la calidad de vida de los ciudadanos… A continuación algunas reflexiones tanto sobre el sistema político, como sobre el sistema de transporte tal como aquí operan…
En los países exitosos, sus sistemas políticos están diseñados para evitar los respingos. No quiere decir que no los haya o no los pueda haber, pero el diseño es para una marcha suave. Los gobiernos nacionales permanecen en el poder mientras dan resultados, los de las ciudades también. Hay algunas que han sido gobernadas durante 28 años por la misma gente. Encontraron a quien sabe y gusta de hacer las cosas bien -que no perfectas- y se le mantiene en su tarea.
Otro caso que conozco, consideró agotado lo que su gobierno municipal podía hacer y lo reemplazó después de 20 años en funciones. Quien es político profesional puede llevar una vida razonablemente estable, también la burocracia, y no me refiero sólo a lo económico -que en sí ya es muy importante- sino a un proyecto de vida en torno a lo que se sabe y se desea hacer…
En México, el sistema político está nutrido de mitos, dogmas y prejuicios en virtud de los cuales la marcha de las cosas públicas se da sobre terreno muy escabroso. Haré una analogía entre la política mexicana y el ¿sistema? de transporte urbano tal como se da en casi todas nuestras ciudades…
Los vehículos son inadecuados para la función que desempeñan: son pequeños, incómodos e inseguros, congestionan las calles, provocan el mayor número de los accidentes de tránsito, contaminan, son antieconómicos, pero “baratos”. Son conducidos por personas a quienes peyorativamente el populacho llama “chafiretes”.
Los chafiretes -estoy seguro- no son gente mala, pero deben llegar a sus hogares agotados y de muy mal humor. Al iniciar su jornada, ellos no saben cuanto dinero podrán llevar a casa, pero si conocen la “cuenta” que deben entregar (la suma que deben pagar como una especie de renta por el vehículo que conducirán durante las horas que sigan). Para tener un buen día, tendrán que levantar mucho “pasaje” que les será disputado por otros muchos que como ellos, luchan por la diaria subsistencia…
Muy de madrugada ¡¡¡ arrraaannncaaaaannn !!! jijos de la chingá y se desata una vertiginosa competencia por las calles de la ciudad donde estos luchadores jefes de familia no sólo conducen un destartalado, incómodo e inapropiado vehículo por congestionadas arterias, sino que cobran, dan cambio, abren y cierran puertas y realizan todo tipo de piruetas para adelantarse a la competencia sorteando la acción de voraces mordelones para así ganar “el pasaje”, ese que representa las ganancias del día. No son malas personas, no es que gusten de ser atrabancados, es que el sistema les compele a ese comportamiento…
Nuestros “sistemas” de transporte, lejos de ser el resultado de una metódica planeación, son consecuencia de arrebatadas componendas entre los llamados “pulpos camioneros” “tolerados” “piratas” y sucesivas autoridades que no han querido ni podido meter orden. Las rutas son tortuosas, no cubren todo el territorio, consumen mucho más energía de la que debieran, ocupan mucho mas espacio del necesario, viven en una continua y despiadada lucha por “levantar el pasaje” y así subsistir.
Quienes creen controlarlo no han tenido ni coco ni huevos para hacer lo necesario para modernizarse, temen perder las “rutas” conquistadas con tanto esfuerzo -a veces violentamente- a las que precariamente pueden explotar…
Las ciudades y países que se han aplicado a desarrollar eficientes sistemas de transporte, disponen de vehículos adecuados que son conducidos por choferes que ganan un sueldo, al margen de cuántas personas aborden su unidad, el sistema de pago no los involucra y en muchos casos ni siquiera se da a bordo del vehículo y sus recorridos cuentan con itinerarios confiables y acordes con la demanda.
No es rentable una ruta, es rentable el sistema en su conjunto, pues de otro modo muchos sitios quedarían incomunicados. Así es Europa, pero también Brasil, donde ha habido voluntad y cuando hay voluntad siempre se encuentran los recursos para desarrollar sistemas eficientes que invitan a dejar el automóvil particular y usar del transporte colectivo…
Como lo hemos comentado las dos entregas anteriores, el sistema político mexicano está diseñado para que quienes se sientan a conducir los diferentes aparatos que lo componen estén siempre inseguros en su puesto -en el actual y en los que puedan venir- dependiendo permanentemente de la voluntad del “señor”, quien puede remplazarlos si no le entregan “la cuenta”.
Nadie más que “el señor” debe tener “poder” los demás deben saber quien manda y obedecer. La estabilidad se identifica con el control y no con la prosperidad, que por otra parte puede llevar a perder el control y con ello la “estabilidad” del sistema.
Desde esta óptica, la política tiene por objeto dominar a quienes ocupan cargos públicos y no generar mejores condiciones de vida y convivencia en una comunidad. Al cabo “los pasajeros” no tienen opción, este es el único sistema disponible. Antes el PRI y su jefe máximo y ahora los partidos, son los que tienen el monopolio del acceso al poder, un “poder” que está diseñado para no poder mucho, porque quien pueda, adquirirá Poder que rivalizaría con el de los “dueños” de los partidos y eso aterra a los inefables…
Un alcalde deja de ser alcalde en tres años sin posibilidades de reelección y ya he comentado que la principal carencia de un alcalde es la de tiempo, pues con más tiempo se pueden conseguir más cosas. Lo mas importante requiere siempre de más tiempo, tal vez por eso es que lo más importante suele ser postergado en los municipios mexicanos. Muchas cosas no se logran sin la anuencia del gobernador, otras más sin la aprobación del Congreso que como ya hemos mostrado, suele ser manejado por éste y por los partidos o por los “dueños” de estos…
Los diputados -federales o estatales- fungen por periodos de tres años también y al término de este periodo sus carreras políticas están sujetas a los designios del partido y los partidos están diseñados para que quien los controla tenga suficientes recursos estatutarios para seguirlos controlando. Los senadores y los gobernadores, aunque con periodos de seis años están igualmente sometidos a sus partidos, no importa tanto lo bien que se hayan desempeñado, si no gozan de la aquiescencia de los mandamases de los partidos, su experiencia y talento políticos no serán aprovechados por la nación… ellos irán a la congeladora…
De este modo se desencadena una frenética competencia por los cargos de elección popular a los que no podrán llegar quienes no gocen de la venia de los amos de los partidos. Para acceder a uno de estos cargos, primero hay que ser candidato y con mucha frecuencia son las dirigencias partidistas las que designan a los candidatos aunque lo simulan de las más diversas maneras. También gozan del recurso del veto para ahogar las aspiraciones de quienes no se les someten…
Como chafiretes, estos “políticos” son compelidos por el “sistema” a cometer todo tipo de tropelías para adelantarse a los demás, no es una competición entre profesionales, es un pique entre rivales que frecuentemente deviene en riñas de lupanar donde se disputan los “favores” de quien así es prostituida: la supuesta “democracia”.
Los competentes suelen ser desplazados -en primera instancia- por los salvajes de todos los signos, los que se aplican a esa lucha sin ningún escrúpulo dado que parece ser que no saben hacer otra cosa. Son ellos, por cierto, los que provocan la mayor parte de los accidentes. Los competentes observan como opera el sistema y se preparan para replantearlo y con seguridad los más atrabancados entre los actuales operadores perecerán -como está sucediendo en el PAN- o quedarán lisiados -como en el PRD- en algunos de los tantos “accidentes” en los que se ven involucrados. La gente está exigiendo la modernización del sistema. Pronto llegará el tiempo de los competentes…