Por Jesús Manuel Hernández
El Gobierno de Puebla enfrenta un escenario no calculado en su agenda de riesgos, su Secretario General, Diódoro Carrasco, responsable al fin y al cabo de estos asuntos, no tiene todos los hilos históricos de la madeja, tampoco sus colaboradores, un problema de información sobre las actividades del comercio ilícito le han dejado en la mira de acusaciones de los grupos involucrados que le culpan del asesinato de Meztli Sanabria, hija y operadora de la poderosa Unión Popular de Vendedores Ambulantes 28 de Octubre.
Varias horas tardó la Fiscalía de Puebla en comunicar lo que sabía. Lo redujo a un tema donde deslinda la responsabilidad del gobierno, la línea de investigación es por “extorsión o narcomenudeo”; es decir es un tema entre grupos enfrentados o confrontados por asuntos económicos del comercio ilegal o de la venta de espacios para operar en un territorio controlado por Rubén Sarabia.
La operación, según expertos, tiene todo el sello de un ajuste de cuentas, de un comando entrenado, no un simple grupo de delincuentes que fue a quejarse con la operadora del Mercado Hidalgo, territorio de “El Simitrio”.
El asesinato corresponde más bien a una señal de advertencia, de amenaza, de enviar un mensaje personal y directo a Rubén Sarabia y quienes colaboran con él.
El Mercado Hidalgo es la zona de más influencia en el comercio de todo tipo, legal e ilegal rodeado por La Cuchilla y el Mercado Unión. Existen áreas inaccesibles para la policía, los locatarios hablan en corto del “hoyo negro”, un espacio restringido donde se dan actividades que nadie quiere reconocer, empezando por la policía y los informadores del gobierno que por ningún motivo se acercan.
Desde el 28 de octubre de 1973 el grupo de vendedores comandados por Lorenzo Hernández Becerra, fue secundado por el estudiante Rubén Sarabia, quien adoptó el sobrenombre de “Simitrio Tzompasquelli Tzila” inspirado en la película “Simitrio” de Emilio Gómez Muriel. En aquella época se le adjudicaba tener una inspiración maoísta y posteriormente su movimiento estuvo ligado con el Partido de los Pobres e incluso algunas manifestaciones de guerrilla urbana según se desprendió del momento cuando fueron desalojados los ambulantes y vaciado el espacio que ocupó en la 14 poniente frente al antiguo Cine México y donde fueron encontradas bombas molotov y otros artefactos.
En el gobierno de Guillermo Jiménez Morales, le tocó al profesor Jorge Murad la negociación con el líder de la “28 de Octubre”, muchas veces se sentaron a generar acuerdos a favor de la ciudad y de ahí se desprendió la creación de los mercados fuera del centro, uno de ellos quedó bajo la protección de El Simitrio.
Pero a la llegada de Mariano Piña Olaya la persecución contra el líder fue mayúscula, en 1986 Sarabia fue el objeto de denuncias, algunas no fundamentadas, a fin de dar cumplimiento a la orden del gobernante con lo cual quedó detenido. Años más tarde, con Melquíades Morales logra su libertad condicionada y después se le permitió regresar a Puebla siempre y cuando no apareciera en público ni encabezara ningún movimiento social. De ahí que su esposa y sus hijos se vieran fuertemente involucrados en la “28 de Octubre”.
El sexenio pasado, Rafael Moreno Valle puso a la familia de Simitrio en la mira nuevamente y las operaciones de sembrarles pruebas y delitos hicieron que sus hijos pisaran la cárcel. El recrudecimiento de la persecución ha sido tema cotidiano en los últimos años con las consecuencias que ahora culminan con la ejecución de su hija Meztli en medio de una serie de especulaciones donde el gobierno no sabe qué hacer con la bola de fuego.
Si hay ajuste de cuentas y advertencias entre los grupos del comercio ilícito en los alrededores de los mercados Hidalgo, Unión y La Cuchilla, es un asunto que el propio gobierno no tiene manera de demostrar. Y eso provoca que la acción política de Simitrio tome fuerza al denunciar al poder público como responsable de la muerte de su hija y el encarcelamiento de sus familiares.
O por lo menos, así me lo parece.