24-11-2024 04:00:48 PM

Oportunistas buscan colgarse de Morena

Por Valentín Varillas

No hay duda, Morena goza de un prestigio y capital políticos de tal magnitud, que se ha convertido en el favorito natural de cara a la coyuntura electoral del 2018.

Su mesías único, Andrés Manuel López Obrador, sigue creciendo en el ánimo de los votantes potenciales y de acuerdo con la totalidad de las encuestas publicadas sobre el tema, es ya el enemigo a vencer para la presidencial del próximo año.

Su figura y arrastre, naturalmente, impulsarán a los candidatos que lance el partido en aquellos estados en donde además, se elijan gobernadores y otros importantes cargos de elección popular.

Puebla es uno de los principales.

Aquí se elegirá al próximo gobernador de seis años, a 217 presidentes municipales, diputados locales, federales y la fórmula que intentará llegar al Senado.

Nada más.

El pastel es lo suficientemente grande y apetitoso, que empieza a convertirse en la manzana de la discordia de los infaltables oportunistas de ocasión.

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Esos que no tienen el menor empacho en sacrificar ideología y principios con tal de intentar ganar con Morena, lo que no han podido lograr a través de los partidos en los que han militado, o en los que militan actualmente.

El menú de tiradores es francamente penoso.

Lo componen los alfiles al ex gobernador Moreno Valle, como Fernando Manzanilla o José Juan Espinosa, quienes en aras de abrir la baraja del grupo político al que pertenecen, han ensayado burdas puestas en escena que pretenden venderle a la opinión pública un distanciamiento que en los hechos no existe.

El primero es en buena parte el autor intelectual de la filosofía y prácticas que llevaron al poder a Rafael y que se convirtieron en el eje rector de su sexenio.

Manzanilla avaló actitudes y conductas autoritarias y de persecución; justificó actos de revanchismo y un sinnúmero de abusos que sentaron las bases de un estilo característico de ejercer el poder que hoy pretende perpetuarse en Puebla y extrapolarse al país.

El alcalde de Cholula, además de achichincle de Moreno Valle en la Secretaría de Finanzas -en donde se formó políticamente-, hoy le debe su “triunfo” electoral del 2013 a la estructura electoral y la operación del ex mandatario, en la que se montó descaradamente.

Repudiado en su municipio, enlodaría y llenaría de desprestigio a un partido que vende honestidad a toda prueba como eje central de su oferta política.

Están también los priistas como López Zavala, aquel que será siempre recordado por haber sido el instrumento mediante el cual se negoció la entrega del estado al morenovallismo en el 2010.

A cambio de la libertad de Mario Marín, Javier fue un cordero que gustoso se dejó inmolar en la piedra de sacrificios de la política poblana.

A muchos les llamó la atención que después de su pactada derrota, se convirtiera en uno de los principales y más influyentes interlocutores de quien le propició la derrota electoral más vergonzosa de la historia política de Puebla.

¿Síndrome de Estocolmo?

No, simple conveniencia.

Llevarlo de candidato sería manchar a Morena con la imagen del ex gobernador Marín, quien a once años del escándalo sigue siendo el enemigo público de la política poblana.

El pretendido deslinde de su padrino político es, simplemente, otra gran farsa.

Otro priista con pretensiones de migrar hacia las huestes de López Obrador es Alejandro Armenta Mier.

A partir de que los números muestran que su partido perderá en el 2018, Armenta ha ido cambiando el discurso.

Pareciera que tuvo una muy convenciera epifanía que le ha revelado los vicios y errores que han llenado de repudio al gobierno federal y al priismo poblano.

Por fin se ha dado cuenta.

Lástima que su nueva imagen de crítico severo de la forma de hacer política en la que se formó, aparezca en medio de una coyuntura de potenciales beneficios personales para él.

Sería mucho más creíble y loable, si esta súbita transformación de alcances milagrosos hubiera tenido lugar en tiempos políticos de absoluta calma y con nada por jugarse en la cancha electoral.

Pragmatismo puro.

Para todos ellos resulta hoy muy fácil colgarse de lo alcanzado por Morena y llegar como arribistas a beneficiarse de logros que no les corresponde.

La imagen que se han forjado en la política poblana no empata ni empatará jamás con la imagen de López Obrador ni con su discurso.

Restan en vez de sumar.

Integrarlos a su oferta electoral, sería fatídico para la credibilidad de un partido que, por la propia inercia que trae, no los necesita para convertirse en la opción de mayor crecimiento en el estado y la única con posibilidades reales de disputarle al morenovallismo la gubernatura en el 2018.

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