04-12-2024 11:32:06 AM

Patria antes que partido (II)

Por Valentín Varillas

Es real que López Obrador puso sobre la mesa el nombre de Rosario Orozco como sucesora de su marido.

No se trata de alguna de esas leyendas urbanas que se tejen alrededor de las más importantes coyunturas políticas por las que atraviesa una entidad.

El presidente le comentó en corto que, a pesar de que en lo personal él estaba en contra de heredar a familiares cercanos los cargos políticos, podría ayudarle desde las mañaneras.

Prometió que, encaso de ser necesario, echaría a andar un control de daños mediático que le permitiría lidiar con las reacciones negativas que seguramente se desatarían en términos de opinión pública y publicada.

Y no sólo en la aldea.

Sería un tema que ocuparía los espacios principales de los medios más importantes a nivel nacional.

También es cierto que a la hoy legisladora no le pareció mala la idea.

Al contrario.

Que le gustó y mucho.

Pujó y presionó en su momento, con todo, para sentarse en la silla.

Sin embargo, fue la propuesta que más polarizó a las bancadas representadas en el legislativo local.

No había manera de que transitara.

Y lo que se buscaban eran certezas, a través del voto de una mayoría aplastante, incluida la oposición y en el mejor escenario, la tan ansiada unanimidad.

Así surgió el nombre de Sergio Salomón Céspedes Peregrina; el líder del Congreso.

Un perfil que el propio Barbosa había considerado ya para jugar en el proceso interno de selección del candidato de Morena a la gubernatura de Puebla y quien había abierto importantes canales de comunicación y negociación con diputados de otras fuerzas políticas.

Desde el principio lo vieron bien; muy bien.

Los de aquí y los de allá.

Su nombre sumo, lejos de restar como los otros que se habían manejado.

Lejos de polarizar, acercó posturas y se generaron los consensos.

El tiempo estaba encima, por lo que era muy importante una pronta definición.

Todos, menos uno, votaron a favor de que se convirtiera en gobernador interino de Puebla.

Así, con madurez y responsabilidad, respondieron de manera institucional y al margen de apetitos personales, al reto que significaba resolver la ausencia física del gobernador en turno.

Hubo una transición sin sobresaltos, que respetó a cabalidad los procedimientos jurídicos que marca la ley en casos como éste, haciendo que fracasaran los agoreros del desastre.

Los que se hubieran beneficiado de que el estado sufriera una crisis política de dimensiones importantes. 

Por eso, aquellos hombres y mujeres ocuparon el espacio principal del discurso del gobernador en el evento de inauguración de la nueva sede legislativa.

Un asunto de justicia elemental, a tal grado de que los nombró uno por uno, para que no sean condenados a la injusta desmemoria de la historia.

Honraron en los hechos y no en la teoría, como suele pasar, aquella frase que hoy tienen de frente quienes tienen la obligación de legislar para todos, no para ellos mismos los sus respectivos partidos. 

Un recordatorio permanente de que tienen patria, antes que partido.

Y ya les pusieron el ejemplo.

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