Por Alejandro Mondragón
El PRI terminó como empezó el sexenio de Rafael Moreno Valle: arrodillado, sin dientes, desprestigiado y cada vez más alejado de Casa Puebla.
El líder priista con el que inició su gestión el hoy gobernador es su empleado: Fernando Morales Martínez, subsecretario de Gobierno.
El dirigente tricolor con el que concluye su administración es concuño de Antonio Gali, mandatario entrante: Jorge Estefan Chidiac.
Pobres priistas, porque su tragedia no acaba aquí: el presidente Enrique Peña Nieto y sus principales integrantes del gabinete se han encargado de hundir más al PRI, con esos de sus acuerdos coyunturales con Moreno Valle.
Sólo en época electoral, los priistas se sienten oposición. Patalean, pero cuando concluye el proceso regresan al redil.
Ningún liderazgo, senadoras, diputados federales, legisladores locales o presidentes municipales son capaces de asumir una posición crítica.
El PRI abdicó a su derecho de ser oposición.
Por eso, Moreno Valle trata a los priistas como perros callejeros. En cuanto empiezan a ladrar les arroja un periodicazo o telefonazo.
La mínima crítica a la gestión morenovallista ha formulado el líder nacional, Enrique Ochoa. El góber de Puebla es intocable.
Si Moreno Valle fuera priista, no que se comporte como tal, hoy sería, sin dudarlo, el candidato natural del PRI y Peña Nieto en el 2018.
El góber acatará lo que el presidente de la República quiera. Todo apunta que su papel será dividir, confrontar al PAN, ser garante de los acuerdos para combatir a López Obrador.
Los delegados son peor que un cero a la izquierda. Los secretarios federales no se cansan de alabar al gobernador, Hacienda libera partidas para “comprobaciones futuras” a las arcas locales.
Todo siempre en función de lo que se le pegue la regalada gana al mandatario poblano. Peña Nieto lo protege, lo dejará ir impune.
Moreno Valle supo ofrecer negocios a los priistas que les interesa el dinero, a los aliados tricolores abrir oportunidades para sus familias, pero quienes se ponen al brinco nada como el desprecio o un buen chingadazo mediático.
Peña Nieto lo protege hasta de los priistas poblanos.
A César Camacho siempre le pidió mesura contra Moreno Valle y a Manlio Fabio Beltrones le mandó a prohibir ataques electorales en 2016.
Y es que Moreno Valle le resulta útil. Eficaz en las tareas encomendadas. Jamás le dice no, menos le entrega malos resultados. Le cumple.
Y es que le da al gobernador toda la impunidad necesaria para hacer y deshacer, incluso para aniquilar poco a poquito al PRI.
Peña Nieto viene hoy a despedir y aplaudir el derroche de Moreno Valle, así se confirma que los priistas poblanos son nada, simples perros a la orden de su amo.