Durante los últimos días la mayoría de los mercados mundiales, entre ellos el de México, se han visto afectados por el acuerdo tomado entre el gobierno ejecutivo de Estados Unidos y los congresistas, que implicó elevar su techo de deuda.
Si bien los expertos aún discuten cuál fue el verdadero detonante de esta situación -demora en la decisión, incremento del gasto-, donde sí existe un consenso es en que, sumado a la crisis que viven algunos países europeos, se genera un grave riesgo de caer en una recesión mundial, incluso más fuerte que la anterior.
Tras este escenario, y conocer el incremento en la deuda pública de las entidades mexicanas, cabe la duda preguntarse: ¿estamos en riesgo de caer en una situación similar a la de nuestros vecinos?, ¿es un factor de preocupación la deuda de México?, ¿qué tan endeudados estamos?
Para responder estas interrogantes, será necesario realizar un paralelo con lo que sucede en Estados Unidos.
Durante la última década, el Departamento del Tesoro de EU “se ha prestado” miles de millones de dólares para financiar intervenciones militares en dos países, recortes de impuestos, los esfuerzos para rescatar su sistema financiero del colapso y ayudar recuperarse de la Gran Recesión. Sin embargo, había un límite para esta deuda (restricción que el Congreso establece en la cantidad total de dinero que el gobierno federal puede pedir prestado), la que se ubicaba en 14.3 billones de dólares.
El problema se generó entonces cuando, el total de la deuda bruta del gobierno federal se situó en aproximadamente $14.1 billones.
¿Estaba todo perdido? No, ya que lo ingresos que recibe el gobierno son, por lo general, más altos que la deuda; en este caso, la morosidad comprendía alrededor de 62% -el nivel más alto desde 1955-. Se entiende entonces que existía un 38% de margen.
Esta proporción es una comparación de la deuda nacional y la actividad económica total en un año, y sirve como una medida de nuestra capacidad para pagar ese dinero, la que también existe en México.
Lamentablemente, al momento de optar por utilizar ese margen, aparece en escena un nuevo enemigo: las agencias de calificación crediticia. Dichas instituciones ven en la desconexión entre las decisiones de política y las decisiones de endeudamiento una “debilidad en el marco presupuestario de EU”.
¿Y México?
Según el economista Abel Vélez, aunque el país ha incrementado su deuda, está lejos de caer en una situación como la de Estados Unidos. “No tanto porque su deuda sea mucho menor, sino porque la diferencia que existe entre nuestro PIB y nuestra deuda, es mucho más extensa que la de ellos”.
Al cierre del segundo trimestre del año, la deuda neta del gobierno federal se ubicó en tres billones 616 mil 062 millones de pesos, representando 26% del Producto Interno Bruto (PIB), según datos de la Secretaría de Hacienda.
Lo anterior se compara favorablemente con otros países que en estos momentos están pasando por ajustes fiscales, como Grecia, cuya deuda representa 150% de su Producto Interno; Italia, que está en 120% de su PIB, y en Estados Unidos, donde, tras el aumento de su techo de deuda, la relación se ubica por encima de 70% del tamaño de su economía.
Del monto total de México, 81% es deuda interna y 18.7% corresponde a la externa. Sobre el saldo que se tenía al cierre del 2010, se presenta un aumento de 0.9 puntos porcentuales.
No obstante, si se toma en cuenta la deuda del sector público federal -que incluye la del gobierno, organismos y empresas controladas y la banca de desarrollo-, ésta se ubicó en 31.3% del PIB, es decir, 0.8 puntos porcentuales más respecto del año pasado.
Hacienda aseguró que el nivel de la deuda del sector público como porcentaje del PIB se mantiene en niveles favorables, principalmente si se mide con respecto a otras naciones con un grado de desarrollo superior. De esta forma, la deuda pública de México con respecto a su Produto Interno Bruto es una de las más bajas entre los miembros de la OCDE.
Ante este escenario, la mayor preocupación del gobierno tiene relación con el incremento que han sufrido en su deuda algunos estados. De todos modos, Vélez asegura que “la deuda pública de los estados no está en un momento en que afecten las finanzas nacionales, sin embargo, puede llegar a ser un problema si no se resuelve pronto”.
Según Hacienda, ese aumento ha sido consecuencia de una dinámica donde los estados cada vez gastan más y disminuyen sus fuentes de recaudación, ya que cada vez recaudan menos y están eliminando algunos impuestos, situación difícil de sostener en el largo plazo.
Para tranquilidad de todos, el Secretario Ernesto Cordero Arroyo indicó en uno de sus últimos comunicados que “la incertidumbre y la alta volatilidad en los mercados financieros internacionales que actualmente observamos se deben principalmente a los errores cometidos por varios países del mundo, tales como el sobreendeudamiento. México aprendió de lecciones pasadas y hoy más que nunca es imperativo no volver a caer en ese tipo de irresponsabilidades”.
(Con información de Alto Nivel)