03-12-2025 09:09:30 AM

El golpe a Sheinbaum

Por Valentín Varillas

Pocas cosas tienen tanto simbolismo en la política mexicana como la figura presidencial.

La todopoderosa, la omnipotente y omnipresente, la intocable e intachable, a la que todos se le cuadran.

Mucho más si son de casa.

Esto no cambió con la llegada de la 4T al poder; al contrario.

López Obrador ejerció el cargo a plenitud y bajo esos preceptos y condiciones.

Y lo hizo como pocos.

Por eso, el haber llevado a cabo un regreso mediático como lo hizo, le pega de lleno a Claudia Sheinbaum.

Y de qué forma.

La debilita como figura de autoridad poco después de cumplir su primer año de gobierno.

En un momento de transición, en donde la ausencia del que ya se fue no sólo es deseable, sino necesaria para generar confianza, certezas, en términos de quien gobierna realmente este país.

Es un golpe bajo pocas veces visto en la historia política mexicana.

Viola todos los protocolos no escritos del relevo de poderes en lo que a la presidencia se refiere.

Nadie se atrevió a tanto y no hay manera de endulzarlo.

Andrés Manuel mostró a la presidenta como incapaz de enfrentar por sí sola y sin su ayuda, posibles coyunturas complicadas que pudieran surgir en lo que resta del sexenio.

Posibles crisis en materia institucional, de seguridad y hasta de vulneración de la soberanía nacional, ameritarían su intervención directa y por lo tanto, su regreso a la vida pública.

Increíble.

Como si en su sexenio hubiera habido avances reales y soluciones específicas en la materia.

No, la actual jefa del ejecutivo federal cuenta con todos los recursos necesarios, personales e institucionales, para enfrentar cualquier escenario por complejo que sea.

Gobierna ella, sólo ella y es urgente que esto quede muy claro en el imaginario colectivo de los mexicanos.

De todos, absolutamente todos.

Y en términos de política real, no necesita de un “mentor moral” que la vigile, la oriente o la legitime.

Tiene 36 millones de votos, suyos, que respaldan lo anterior.

El regreso de López es un vil acto de oportunismo, no un espaldarazo al actual régimen.

Y lo peor: pareciera ser producto de una añoranza por el ejercicio del poder perdido.

 Aunque bajo el crisol del fanatismo hayamos visto ya todo tipo de análisis y justificaciones, la realidad es que nadie había golpeado a Sheinbaum así, tan bajo y tan fuerte.

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