Por Jesús Manuel Hernández
A muchos les asombra, a otros les gusta, a los más les desconcierta la realidad de los sucesos en torno a los grupos políticos que gobiernan o intentan gobernar en el corto plazo.
Las camarillas se han convertido en verdaderos monopolios de las decisiones y cuando lo hacen bien, les felicitan, pero cuando las cosas no van bien, entonces surgen los reclamos y con ellos las revelaciones de los errores personales que dieron al traste con un proyecto de mediano plazo.
Curiosamente los actores, sus nombres, poco cambian. Lo que se va “perfeccionando”, por llamarlo de alguna manera es la forma de hacer política, alejada de los acuerdos de buscar dónde se puede sumar sin perder la dignidad o la ideología.
Así, los poblanos hemos visto cómo el quehacer político se va identificando cada vez más con la formación de una especie de “cacicazgo” donde la premisa “estás conmigo o estás contra mi”, es la piedra de toque.
Y la reflexión aplica para todos los grupos políticos, sean de uno u otro partido.
Por eso los ciudadanos se alejan de la participación activa de los grupos políticos y los encajonan en un adjetivo más bien relacionado con lo despreciable que con lo bueno para Puebla.
A nadie debe espantar que aparezcan nombres y fotografías de los personajes que son impulsados desde distintos grupos, por tanto, diferentes intereses, para hacer cierta la frase de “santo que no es visto, no es alabado”.
Los partidos eligen de entre sus militantes a quienes los representen en las urnas bajo premisas desiguales. Quizá algunos busquen a los más capaces, otros a los más populares. Unos podrían aportar soluciones a los problemas regionales, los otros llevarán votos a las urnas.
Dicho lo cual, los ciudadanos al margen del quehacer de los grupos políticos que quieren aumentar fama y ser reconocidos físicamente en todos los escenarios, solo esperan un comportamiento: que quienes gobiernan lo hagan bien y para todos, sin distingos, sin venganzas, sin vetos.
Dicho de otra forma, los poblanos no quieren que surjan oligarquías partidistas o en el ejercicio del poder.
O por lo menos, así me lo parece.
