Por Alejandro Mondragón
Los tres últimos rectores de la BUAP fueron intocables, sin importar la autonomía universitaria, se plegaron al mandato de los gobernadores en turno.
Eso les permitió amasar fortunas, controlar políticamente la obra universitaria y hacer y deshacer con el presupuesto anual.
Otorgaron privilegios económicos a grupos de choque y presión, como Antorcha Campesina, para someter las casas de estudiantes.
Nadie se quejó de que concluyeron millonarios, sus periodos rectorales. La llegada de la primera mujer a la BUAP, Lilia Cedillo ha sido vista con lupa, no como sus antecesores, a quienes se les perdonó todo lo que se chingaron.
Al contrario, hasta el último rector Alfonso Esparza dejó minas en diversas áreas de la BUAP para detonarlas cada vez que se le antoje.
Han querido meter la mano del gobernador Alejandro Armenta en el proceso de renovación rectoral, como lo hizo César Cansino, presumiendo cercanía con presuntos cercanos al mandatario.
Lilia Cedillo asumió este sábado su segundo periodo como rectora de la BUAP, en el edificio Carolino.
Aunque muchos quisieran su capitulación, la comunidad y diversos sectores le otorgaron su respaldo absoluto.
Por eso, no deben equivocarse quienes creen que el 02 vale más que la 01. No, en la política, como en las matemáticas, siempre va el 1 y luego el 2.
Y también antes del futuro está el presente. Contra viento y marea, el grupo de Lilia Cedillo llegó a lo que pocos apostaron: su reelección.