30-09-2025 05:26:35 PM

¿Vehículos oficiales?

Por Jesús Manuel Hernández

 

La imposición de los parquímetros en las calles de la capital poblana ha sido tema de polémica, el principal objetivo, anunciado en la administración panista, era terminar con los “franeleros” y los “apartados de lugares”, temas saludados positivamente por muchos usuarios de las calles de Puebla.

Pero la administración morenista acaba de implementar un “apartado de cajones de estacionamiento” destinado a un dudoso objeto, identificado como “vehículos oficiales”, es decir, presuntamente, los autos de las dependencias, rotulados, identificados y con número.

Pero los vehículos de los funcionarios, de los titulares de las dependencias con domicilio en las calles del Centro Histórico, no tienen rótulo, quizá nisiquiera formen parte de la flotilla oficial, ya sea del parque estatal o el municipal, para el caso, el genérico “vehículos oficiales” se aplica por igual.

¿Qué es un vehículo oficial?

De acuerdo al documento “Lineamientos para el uso y Mantenimiento de Vehículos Oficiales del Honorable Ayuntamiento del Municipio de Puebla” de diciembre de 2022, aún vigente:

“Vehículo Oficial: Aquellos automóviles, camiones, equipo pesado, motocicletas,

bicicletas y todo medio de transporte de personas o materiales propiedad o en

posesión del Honorable Ayuntamiento del Municipio de Puebla”.

Las placas alusivas han sido colocadas o en los postes frente al domicilio de la dependencia, o se han instalado unos específicamente para “reservar” el cajón de estacionamiento, como puede verse en el Jardín del Carmen.

Es decir, los ciudadanos comunes y corrientes debemos registrar las placas del auto, usar el cajón, pagar las horas y rezar por no pasarnos de tiempo y ser presa de las habilidades de las inspectoras, hay más mujeres, muy prestas a quitar la placa y meter la multa entre el parabrisas y el limpiador del mismo.

Los ciudadanos debemos buscar dónde estacionar el auto, o pagar estacionamiento, gastar los zapatos, caminar, sortear el mal estado de las banquetas, perder tiempo, y los funcionarios, no, llegan a la puerta de su oficina donde tienen un “cajón” reservado, sin el menor esfuerzo para “cumplir con sus obligaciones”.

Los funcionarios públicos, servidores del pueblo, bueno y sabio, tienen el privilegio de ser diferentes, de gozar de la gratuidad del espacio, oficialmente les apartan los cajones y el pueblo, que se friegue.

O por lo menos, así me lo parece.

 

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