Opositores al oficialismo, los cantados enemigos de esta llamada Cuarta Transformación, han manifestado su abierto apoyo a las políticas públicas que Donald Trump va a echar a andar en lo que a la relación con México se refiere.
Sus mensajes son muy claros, sobre todo los que suben y viralizan en las distintas redes sociales.
Algunos, vienen de perfiles que en su momento mostraron abiertamente su apoyo y simpatía a las acciones y el proyecto de Rafael Moreno Valle como gobernador de Puebla.
Otros, pertenecen a quienes, directa o indirectamente formaron parte de aquella administración y las dos siguientes que controló de manera absoluta.
Imposible saber si, en lo personal, Moreno Valle sentía algún tipo de admiración por un personaje como Donald Trump.
Es evidente que compartían muchos rasgos característicos de personalidad, comportamientos y formas de ser.
Sin embargo, en lo institucional, Rafael fue un severo crítico de quien ayer mismo tomó posesión como el presidente número 47 de los Estados Unidos.
El primer día de abril, del año 2016, el entonces gobernador Rafael Moreno Valle grabó un video en donde le mandaba un enérgico mensaje al aspirante presidencial Donald Trump.
En él, criticaba su intentona de construir un muro en la frontera entre México y Estados Unidos, como medida para controlar el fenómeno migratorio y cuyo costo correría a cargo del gobierno de nuestro país.
Tomando como bandera la defensa de los intereses de los cientos de miles de poblanos que viven del otro lado de la frontera, el mandatario estatal lo invitaba a seguir el ejemplo de Ronald Reagan.
El ex presidente más admirado por el republicano, cuya postura en materia de política exterior durante aquellos años de la Guerra Fría fue fundamental para la caída del muro de Berlín.
Además, el poblano le recomendaba dejar a un lado el discurso de resentimiento, odio e insultos, que caracterizaban en ese momento su retórica de campaña y que actualmente se han radicalizado.
¿Qué le diría Moreno Valle a Trump en esta coyuntura?
Seguramente, más allá de filias y fobias políticas, de conveniencias personales o de grupo, mantendría o inclusive endurecería sus manifestaciones de rechazo a esta forma de hacer política.
Desde cualquier trinchera y con la misma contundencia que en su momento mostró.
Un acto de congruencia elemental que les pondría el ejemplo a quienes hoy, cegados por los extremos y la consistente radicalización, parece que la han perdido totalmente y sin remedio.
