15-01-2025 12:11:56 AM

Los moches

Por Jesús Manuel Hernández

 

Los diezmos, tributos, comisiones, “moches”, dádivas por debajo de la mesa, son muy antiguas, más viejas que el mismísimo sistema político mexicano, por ende, no son exclusivamente del PRI, pero han trascendido, sin duda.

Usualmente el concepto “diezmo” se aplicaba en el tema de la construcción pública, compra y pago de servicios, a manera de “obsequiar” al funcionario encargado de contratar o pagar una cantidad acordada a fin de verse beneficiado ya sea en el contrato o el cobro inmediato.

Hubo casos maravillosos del “diezmo” en asuntos públicos y privados en Puebla, como las “aportaciones” de determinadas fundaciones privadas en beneficio de la ciudad a cambio de que la constructora fuera designada por los donantes, de esa manera, se sacaba dinero de la fundación, y se regresaba parte a las cuentas privadas.

También hubo diezmo en los “arreglos” por créditos fiscales, cuando los todopoderosos delegados de Hacienda podían disminuir las cantidades a pagar.

Y qué decir de cuando la obra pública se convirtió en un botín tanto de empresarios como de funcionarios.

Así, de pronto, empresarios de casas de bolsa se convirtieron en constructores, y los pretextos eran lo de menos: “necesitamos juntar para lo que viene” decían, a fin de consolidar un proyecto transexenal, o el caso de “el gober quiere un equipo de basquetbol y pues hay que colaborar”.

En el pasado ya muy pasado, siglo XX, el diezmo era eso, el 10 por ciento del monto a ejecutar, mismo que debía entregarse en efectivo.

Pero con la llegada de la modernidad, el diez subió al 15, luego al 20 y al cerrar el sexenio, pues el 30 y por adelantado.

Seguramente el lector o el escucha estarán pensando en algunos casos muy conocidos en el pasado no tan lejano.

Alguna vez una auxiliar, enterada de estos temas, se dedicó a construir para el sector público, ayudada por un ingeniero y un equipo de albañiles y contratando asesorías y proyectos, empezó a “construir” y de la señorita fulana, pasó a ser la “arquitecta” y encargarse de proyectos importantes, de varias decenas de millones.

Su secreto era el diezmo por adelantado.

Cuando salían las convocatorias para concursar alguna obra, se acercaba a la dependencia responsable, tocaba la puerta, sonreía y proponía.

Y a veces obtuvo respuestas negativas, pero la mayoría de las veces fueron positivas, a grado tal, que los funcionarios empezaron a buscarla y pedir “un kilo” por adelantado y la licitación era suya. Y vaya que ganó dinero en al menos dos sexenios consecutivos donde los colores de partidos no importaron.

El tema viene por un asunto que puede ser ejemplo, si así sucede, terminar con los diezmos, es terminar con la corrupción y provocar que el presupuesto, sea federal o estatal, se multiplique al derramarse en la zona donde se ejercerá, es decir, la compra de material, la mano de obra, de la propia región donde se intervenga, deja la obra en beneficio de la gente y la derrama económica entre la población.

Esta teoría de macroeconomía quizá pueda verse puesta en práctica en Puebla en consecuencia de las palabras del gobernador el pasado 10 de enero en Chiautla de Tapia donde Alejandro Armenta prometió terminar con la corrupción.

Tan solo el enunciado permite afirmar que antes de su llegada, había moches y su gobierno buscará terminar con esos actos de corrupción.

Tres temas interesantes, terminar con los diezmos, moches, multiplicar la derrama del presupuesto y quizá, un último asunto: revelar quién o quiénes fueron los corruptos del pasado.

O por lo menos, así me lo parece.

About The Author

Related posts