Por Alejandro Mondragón
Arrancó el 2025, año de nuevo sexenio, arribo de otra clase política, y renovación de partidos políticos.
Algunas dirigencias sólo caminaron en círculos, como la de Morena con Olga Romero García Crespo, quien ante la presencia de alimañas y víboras prietas tuvo que mantenerse en el cargo, en sacrificio de la invitación hecha por el gobernador Alejandro Armenta para integrarse a su gabinete.
En Acción Nacional se dio la alternancia, como Republicanos y Demócratas en Estados Unidos. Ayer tocó turno a El Yunque, hoy a las viudas del morenovallismo. Las derrotas no son eternas, ni las victorias permanentes.
La nueva dirigencia quizá entenderá que los carniceros acaban por convertirse en reses del mañana. No vale envalentonarse contra el gobierno morenista, sino disponer de un proyecto para recuperar en 2027, los espacios perdidos.
El sexenio armentista arrancó en plenas fiestas decembrinas y en enero habrá que esperar ya el estilo de gobernar, en el que todos creen que cabrán en el jarrito si se saben acomodar. No, la lealtad no busca hueso.
Los medios de comunicación también viven sus entradas y salidas cíclicas. Reporteros y comunicadores que ya rebasaron la línea periodística para acomodarse en la vocería del poder. Un camino sin retorno, pues. Esa película ya la vimos.
Los gobiernos municipales apenas despertando del letargo de tres meses del año pasado sin disponer de recursos. Algunos ni de ideas.
Pero muchos, como el de la capital con José Chedraui sometido al fuego de poderosos empresarios que han contratado sicarios digitales para descalificar, una y otra vez, las acciones municipales.
El tiempo, para variar, pondrá a cada quién en su lugar.
Puebla juega en otro tablero ya, con otros participantes.
Y, como suele suceder, los espacios en política se ocupan.