Hoy México tiene veinte años de desideologización gubernamental. Desde la cúspide del poder político y administrativo que es el federal, se impulsó el olvido de la Historia Patria. La enseñanza de ella dejó de ser práctica permanente para volverse ejercicio discreto en las escuelas públicas. Los resultados de este proceso son notables y palpables para cualquier mexicano medianamente informado.
En primer lugar se olvidó la eterna querella contra los Estados Unidos, los cuales en diversos momentos de su vida como país han agredido a medio mundo occidental y entre ellos a nosotros. No solo despojándonos territorialmente (cuando haya sido), sino ahora con agresiones económicas, incluso violando capítulos enteros del actual TLC, como es el caso del transporte y de la fructuosa.
En segundo sitio ante este proceso desnacionalizador impulsado por ellos, y consentido por grupos afines al desarrollo capitalista globalizador, las clases medias ven con agrado la desaparición del estado benefactor protector, cambiándolo por el de libre mercado.
En tercer lugar e impulsado por lo enunciado, la sociedad entera se encuentra indefensa ante los embates de la publicidad que vende productos y penetró en toda la sociedad ofertando el cambio por el cambio, y derrotó al partido tricolor, con las consecuencias ahora vivientes.
Es así como el voto en contra del PRI también lo impulsan los trabajadores al servicio de los tres tipos de gobierno toda vez que los trabajadores al servicio de los gobiernos, piensan como todos los mexicanos sin conocimiento histórico en razón de estómago, sin coraje, ni cerebro.
Si le agregamos a esto que no hay una respuesta digna de los interesados contra la historia, el panorama hasta este día es preocupante y muy enajenante sobre todo para las nuevas generaciones.
¿Los gobiernos priístas entregarán el poder administrativo sin luchar?.