Por Alejandro Mondragón
Inimaginable en los últimos tres sexenios que los tiempos del poder omnímodo regresarían al país.
Y de la mano de una mujer que ostentará la voluntad popular, el control absoluto del ejecutivo y legislativo, en tanto construye el nuevo poder judicial.
¿Quién es el responsable de regresar a los tiempos idos?
¿Los gobernantes de la Cuarta Transformación que supieron leer lo que la gente quería y podía?
¿La de una oposición que sostuvo su narrativa en el rechazo de lo que la gente quería y podía?
Salvo el tipo de cambio que se fue a las nubes con el triunfo de la 4T en la Presidencia, Senado, Cámara de Diputados y gubernaturas, a pocos les cayó el veinte sobre lo que se había votado el 2 de junio.
El regreso al presidencialismo, al control político, algo que me parece ni Andrés Manuel López Obrador logró.
Claudia Sheinbaum ganó con 36 millones de votos, se obtuvo mayoría calificada y el Senado está a tres priistas de poder reformar la Constitución.
El carrusel de gobernadores en funciones y electos a la Ciudad de México para revisar con la Presidenta Electa proyecciones y acciones indican que la Conago pasó a mejor vida y los mandatarios/as serán sometidas al control presupuestal.
¿Quién le dirá que no a la Claudia?
Se avecina el ejercicio del poder, como en los tiempos del priismo de antaño.
El punto será saber, ¿cómo querrá trascender Sheinbaum?
¿La primer mujer presidenta con poder omnimodo que lo tiene y lo puede todo?
¿O como la demócrata que aún con el control político construye puentes y favorece los contrapesos?
Qué nervios.
