Por Jesús Manuel Hernández
Cuando el PRI todo poderoso gobernaba, nadie discutía la mayoría calificada, tampoco se hacían presentes los opositores a través de organismos, cuerpos intermedios; las negociaciones, si así podían llamárseles, se hacían en lo oscurito con el centro real del poder, con el Presidente.
Versiones originadas en la oposición hablan de una reforma total a la Constitución y organizan, preparan, en la medida de sus posibilidades, la formación de una “resistencia” quizá no al estilo de los anti nazistas franceses.
Para los periodistas de mi generación no resulta muy desconocido el tema de la resistencia, nacimos cuando el régimen totalitario del PRI condicionaba la venta de papel periódico, limitaba el acceso a las estaciones de radio, espacio reducido a locutores del sindicato adherido a la CTM, por tanto el periodismo no era aceptado.
En aquellas épocas, solo unos cuantos podían ser autores de una columna política, y casi siempre sus textos respondían a los juegos internos del poder, de los grupos de poder, dentro del PRI, claro está.
Los que no se alineaban se iban a la clandestinidad, a lo oscurito, al rumor, a la versión oculta, al “volante y la pinta” nocturnas.
Esta realidad actual, de una mayoría en el Poder Legislativo a favor de la 4T alarma a muchos, inquieta a otros tantos y deja la mesa puesta para el ejercicio del poder presidencial de Claudia Sheinbaum, a quienes muchos le reconocen un sentido ético y otros no.
Y esa es la duda sobre el nuevo gobierno. Será la presidenta con más poder en la historia de México, los hilos de los poderes Legislativo, Judicial y Ejecutivo en una sola mano.
Nada nuevo, en tiempos del PRI era igual pero con sus “asegunes”, con muestras cotidianas del ejercicio autoritario del poder.
Los mexicanos viviremos tiempos muy interesantes, por un lado la maniobra todopoderosa de la 4T hasta ahora unida por el ejercicio del poder; y por el otro la resignación, la resistencia de la oposición aplastada en las urnas y sin líderes visibles.
La batalla no se dará solamente en los ámbitos jurídicos, principalmente se asoma la guerra en los medios de comunicación, en las redes sociales, en la información llegada desde fuera, en el cambio de fuentes de información con veracidad.
Algo así pasó cuando a México entraron las antenas parabólicas, los mexicanos pudieron ver, sintonizar canales extranjeros que informaban de temas prohibidos en territorio nacional y vetados por “el soldado del PRI”, el Tigre Azcárraga.
Asistiremos por llamarlo de alguna forma, a la tiranía de la posverdad, del populismo en pleno y de la polarización cotidiana, todo ello está a la vuelta de la esquina.
O por lo menos, así me lo parece.