Por Valentín Varillas
Una nueva y muy intensa lucha por el poder ya se suda en el estado de Puebla.
A diferencia de la que vimos en la coyuntura política más reciente, ésta tendría que centrarse más en aquella quimera de la salvación de las almas, que en los siempre mundanos intereses terrenales.
No es ni será así.
El relevo de Víctor Sánchez Espinosa en la arquidiócesis de Puebla, aunque falta todavía un año y medio para que se concrete, enfrentará a dos grupos de mucho peso que interactúan al interior de la Iglesia católica local.
Y ya se mueven bajo esa lógica.
Desde ahorita.
Aunque pareciera que falta mucho tiempo en términos estrictos de lo que marca el calendario.
A simple vista, quien pareciera tener una ventaja importante con respecto a otros tiradores, es el actual obispo auxiliar, Francisco Xavier Martínez Castillo.
Tiene sin duda toda la confianza del actual arzobispo.
Ha cumplido también, de manera impecable, con la meritocracia necesaria como para aspirar al cargo con toda justicia.
Conoce como nadie la curia poblana, gracias a los distintos cargos de importancia que ha ocupado en el organigrama de la católica poblana.
Un candidato, en teoría, ideal para llevar a cabo un relevo sin sobresaltos, garantizando de paso la tan anhelada continuidad.
Sin embargo, en política –que sí es el caso- lo que parece ser va a contrapelo de lo que realmente es.
Y es que, por muchas razones, el verdadero caballo negro de la contienda es Oscar Roberto Domínguez Couttolenc.
Este poblano de 68 años, funge actualmente como obispo de Ecatepec.
Es, ni más ni menos, el sucesor de Onésimo Cepeda: el clérigo más grillo del que se tenga memoria.
Amigo cercano de un grupo de políticos de todos colores, sabores y partidos, que en su momento cerraron filas alrededor de Domínguez Coutollenc para traerlo de Tilapa y sentarlo en la silla de Onésimo y que estarían más que gustosos de extender su poder e influencia hasta nuestro estado.
Tiene ya el visto bueno y la bendición del actual arzobispo, quien estaría más que encantado de entregarle la estafeta.
Pero el bando opositor a Sánchez Espinosa, tiene también su carta para la contienda.
Se trata de Rutilo Felipe Pozos Lorenzini.
Actualmente es el obispo de Ciudad Obregón, Sonora.
Ya fue auxiliar de la arquidiócesis de Puebla, además de rector del Seminario Palafoxiano.
Es quien abandera la intentona de retorno de Norberto Rivera Carrera al círculo de influencia de la iglesia poblana.
Y juran que vienen por todo.
Su principal argumento de lucha, es la crítica a la supuesta cercanía que mostró Sánchez Espinosa mostró a los candidatos de la 4T en la más reciente coyuntura electoral.
Y es que, a contrapelo de lo que sucedió en la mayoría de los estados, aquí no se hizo proselitismo anti-Morena desde el púlpito.
Y eso, a muchos les dolió.
Y de qué manera.
Creen que ahora cobrarán esa factura y lograrán que Puebla se sume al cuasi-generalizado uso faccioso de temas espirituales, para lograr una rentabilidad estrictamente política.
Lo más rancio de la derecha poblana, la que intenta a todas luces seguir controlando los destinos de Acción Nacional, ya está sumada con todo a la estrategia.
En su desesperación, creen que tendrán de su lado a un aliado con amplia influencia entre el electorado potencial.
Influencia que, sobra decir, no se hizo patente el pasado 2 de junio en prácticamente ningún estado del país.