Por Yasmín Flores Hernández
Los fenómenos de la desaparición, esclavitud y trata de personas, son actualmente algunas de las grandes preocupaciones a nivel nacional y mundial.
La esclavitud es una relación de desigualdad social que se creía superada en la historia de la humanidad o por lo menos ese era el discurso expresado de manera oficial.
El tráfico de mujeres, niñas y niños para la explotación sexual ha existido desde tiempos inmemorables, al igual que la esclavitud laboral, la cual ha sido destinada mayoritariamente a las mujeres.
En el México contemporáneo, intervienen factores que van a determinar el “uso” dado y asignado a esa “persona-objeto”, tales como la edad, el género, características físicas, origen étnico-racial, escolaridad y fenotipo.
Concretamente, en este “negocio” la mercancía es humana, o visto desde otra óptica, la persona es tratada como mercancía y como tal el sujeto es objetualizado y despersonalizado.
La desaparición de personas es una de las modalidades que constituyen el “reclutamiento”. Podemos visualizarlo como un paso específico en esta cadena o un proceso que involucra la trata de personas. Ante esto, encontramos una gran variedad de víctimas, desde bebés, hasta personas adultas, por parte de grupos del crimen organizado.
El otro grupo de víctimas son los niños y niñas, que junto con el de mujeres adolescentes, han sido encaminados como parte de este comercio ilícito y su destino principal, es el sexual, la prostitución, la pornografía y muchas veces en relación con estas actividades, la mendicidad. Otro objetivo para niños y niñas es la venta de órganos y, en menor medida, la adopción ilegal.
Los jóvenes en un rango de edad, de los 15 a los 30 años, son también blanco del tráfico sexual, y ocupados en el crimen organizado, aunque en mucha menor intensidad que las mujeres y menores de edad. Esta ha sido sólo una hipótesis de grupos de familiares de personas desaparecidas.
El grupo que corresponde a mujeres adolescentes, principalmente, es destinado a la prostitución forzada, y en menor escala a la esclavitud laboral, actividad que es mayoritariamente ocupada por mujeres adultas, y que en menor número serán víctimas de prostitución involuntaria.
Hoy en día no es posible hacer un análisis del crimen organizado, sin observarlo a través de la lupa de la globalización. No cabe duda de que el crimen organizado ha trascendido fronteras y ha establecido redes y nexos que han fortalecido sus “negocios”, de la misma manera en que las grandes trasnacionales lo hacen en el mundo de la industria.
En ambos mundos, existe la “mercancía”, el personal que transporta, los espacios de almacenamiento o puntos de concentración; de donde parten a la distribución; cabe afirmar que, existe toda una cadena organizativa por la que han caminado muchas de las víctimas sobrevivientes de este delito y que han narrado a su paso, tan semejante al tránsito de un producto que se exporta o se importa en el mercado.
La trata, ha tenido que mantener redes en las que se involucra una gran cadena de personas que participan para que sea posible extraer humanos y exportarlos. Sólo con mencionarlo, suena a ficción, pero ¿cómo es posible que miles de personas sean secuestradas, engañadas y trasladadas sin su voluntad a realizar trabajos forzados de diversos tipos y que las autoridades de todos los países no puedan poner un alto a esta situación?
Obvio no es posible concebir la trata de personas sin el vínculo entre las autoridades de los gobiernos y el crimen organizado, así como la participación de grandes compañías multinacionales. Una explicación de este fenómeno nos la proporcionan algunos politólogos o investigadores, quienes argumentan que el crimen organizado se encuentra paralelo al Estado.
Es por eso que actualmente no podemos hablar de un análisis político, sin considerar a ambas fuerzas, las cuales están relacionadas y estrechamente vinculadas, pero, sobre todo, como su nombre lo indica, muy organizadas.
La trata de personas ha crecido en las últimas décadas de forma paralela, sofisticándose y diversificándose.
En este tránsito global de personas, las mujeres, niñas y niños, han ocupado un porcentaje alto de víctimas, pues uno de sus destinos al ser exportados es la explotación sexual. En estas redes de tráfico, a veces las víctimas se encuentran ubicadas en países que no hablan su idioma y no cuentan con papeles legales. Este traslado dificulta la posibilidad de la víctima de escapar o retornar a su hogar, pues la somete a una postura mayormente vulnerable.
La vulnerabilidad de mujeres, niñas y niños en la trata sexual, tiene su origen en el sistema patriarcal, donde se objetualiza en su máxima expresión a la mujer-niña-niño, para el placer sexual del hombre.
Ahora bien, el concepto de esclavitud nos puede remitir a pensar en la más baja degradación a la que hemos llegado como seres humanos, pero simultáneamente es un fenómeno que ha acompañado a la humanidad desde hace mucho tiempo, si no es que desde siempre.
A veces lo “humano” no nos remite a valores únicamente considerados positivos, sino también a los negativos; sentimientos como la envidia, la venganza, el odio, o acciones como la tortura, la violencia, el homicidio, la violación, por mencionar algunos, son innegablemente parte de lo humano.
Así es como podemos palpar a la “esclavitud”, como un hecho que ha sido parte de nuestra historia.
Existen leyes que regulan las conductas y sancionan cuando una persona puede causar daño a otra.
¿Pero realmente sirven?
¿Realmente se aplican?
Estas normas o leyes han sido necesarias para la convivencia social. Pero, desgraciadamente, parte de la naturaleza humana es y ha sido la impunidad y el esfuerzo de algunas personas por obviar y transgredir estas leyes.
En México, se cuenta actualmente con la “Ley general para prevenir, sancionar y erradicar los delitos en materia de trata de personas y para la protección y asistencia a las víctimas de estos delitos”, la cual ha estado vigente a partir del 2012 y reformada en 2023.
Esto es sólo parte de un proceso que pretende prevenir, atender, sancionar y erradicar el problema social de la trata. Sin embargo, es un esfuerzo que no ha dado aún resultados satisfactorios.
La esclavitud moderna como yo le llamo a la trata de personas, se encuentra legislada y ha sido abordada en foros de discusión y de investigación, e incluso repudiada en diversos sectores, pero pese a todo, no ha dejado de existir; por el contrario, el fenómeno se ha incrementado, hasta llegar a ser parte de una preocupación mundial.
El mayor problema ha sido la impunidad y la gran organización con la que operan estos grupos.
En torno a las características de las víctimas, son variadas, he tenido la oportunidad de platicar con victimas de trata y concluyo que no existe un perfil para los tratantes, lo único similar es que fueron violentamente coartadas de su libertad.
Este acto resulta violento y, sin duda, ello debe causar en las víctimas y sus seres queridos incertidumbre y decepción hacia un monstruo que no muestra rostro, hacia un muro humano que avanza y destroza vidas y al cual es difícil identificar para poder combatir. Esta situación genera una espiral en ascenso de dolor, impotencia y vacío por parte de las personas afectadas.
El Protocolo de Palermo, Italia, en el año 2000, logró conjuntar a 148 países para firmar esta Convención de Naciones Unidas contra la Delincuencia Transnacional Organizada. En dicho protocolo se abordan las diversas formas de explotación humana, el documento recibió el nombre de:
“Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y niños.”
Su artículo 3 define la trata como:
a) “Trata de personas” se entenderá la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación.
b) Esa explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos […].
La captación también es conocida como el “enganche”, las personas que hacen esta labor reciben el nombre de enganchadores o enganchadoras, porque es importante destacar que en esta operación también participan mujeres, las cuales no tendrán tanta acción en comparación con los varones, que es el sexo que predomina en todos los ámbitos de la trata.
Estas personas se encargan de reclutar a las víctimas; para ello, existe una infinidad de medios, hoy en día el más utilizado es internet, con engaños de ofertas laborales, de ficticios novios enamorando a jovencitas a quienes incluso les ofertan matrimonio, o incluso, uniéndose a grupos de amigos bajo un nombre y perfil falso.
Internet ha sido un medio eficaz de actual reclutamiento, especialmente de jóvenes. En Ecatepec, Estado de México, se han encontrado varias similitudes en casos de chicas que fueron captadas por medio de redes sociales en donde analizan el perfil de los jovenes. En varios de estos casos, las chicas son captadas, solas en casa. Esto ha provocado una oleada de críticas a padres y madres de estas menores, y aunque es crucial hoy en día estar al pendiente de las y los hijos con respecto a los medios de comunicación, como el internet, es también cierto que las condiciones económicas y laborales de nuestro país provocan un abandono a los menores de edad, que en ocasiones no es deseado por sus familiares.
Esta es una de las razones por las que a nivel global países como México, que cuenta con una alta explosión demográfica, con bajo nivel adquisitivo, alto índice de desempleo y empobrecimiento, es uno de los países con mayor flujo de menores captados.
La pobreza es también responsable en el aumento del engaño laboral con vistas a mejoras económicas y es la consecuencia ideal para que este delito surta tanto efecto. La captación es anunciada en internet de manera abierta, es decir, son anuncios aparentemente fáciles de detectar, en los que se ofrecen buenos sueldos con baja escolaridad, y que en algunos casos aparentan ser agencias de modelos.
Nuevamente estamos ante la impunidad, pues las autoridades tienen al alcance de su mano estas agencias fantasma, y no hacen nada.
Cada mes se suman más y más personas desaparecidas de las que no se tiene noticias.
El paso que sigue en esta cadena de trata es el tránsito o traslado, en el que se ha encontrado un patrón de movilidad constante en las víctimas, posiblemente para complicar que las familias den con su paradero o que las personas esclavizadas al escapar no tengan la viabilidad de encontrar un camino de regreso.
En el tránsito, el enganchador y el transportista quedaron atrás y la víctima quedará a expensas del comprador, que será el padrote o el proxeneta.
Esta estadía no es tampoco para siempre, pues se ha podido saber, por medio de testimonios de personas que vivieron esta experiencia, que permanecen por un determinado periodo en cierto lugar y después de un tiempo las vuelven a trasladar.
México es lugar de origen, tránsito y destino de trata, es por eso que las cifras de personas desaparecidas resultan alarmantes. Por el número de víctimas en nuestro país, se ha estimado que ocupa el quinto lugar en el mundo en referencia a la trata de personas.
Algunos datos reportados a la Organización de las Naciones Unidas son:
- México ocupa el quinto lugar mundial en trata de personas con al menos 250 mil niños y adolescentes dentro del comercio sexual y en América Latina se ubica en el 3er. sitio.
- De acuerdo con cifras de la Secretaría de Gobernación, en México hay más de 3 mil víctimas de trata de personas.
- El 70% de ellas, vinculadas al comercio sexual.
- La explotación sexual, comercial o laboral mueve más de 32mil millones de dolares por año en el mundo.
- Según la ONU, más de 2.4 millones de personas están siendo explotadas actualmente como víctimas de la trata de personas.
- El 80% son mujeres y en 2018, a nivel global, aumentó el número de niños y niñas víctimas de este delito;
Esta es la primera entrega de esta colaboración.