Por Valentín Varillas
Es evidente que el presidente López Obrador sabe que el paquete de reformas que anunciará con bombo y platillo el próximo 5 de febrero, no se aprobarán ni de chiste en el legislativo federal.
Sin embargo, mago de la percepción, esta consciente de que se trata de una auténtica joya en términos de rentabilidad política.
Materia prima para la victimización, el terreno en el que mejor se mueve quien hoy lleva las riendas de este país.
Imaginemos decenas de mañaneras fustigando a sus opositores por haber votado en contra de aquellas iniciativas de ley que tanto ha ensalzado en el discurso oficial.
Si ponemos lo anterior en el contexto de la contienda electoral, son horas y horas de propaganda implícita a favor del oficialismo, en un evento que se realiza todos los días, que cuenta con millones de seguidores directa o indirectamente y que por si fuera poco, dicta la agenda mediática y política nacional.
AMLO contará con un auténtico arsenal para que desde el púlpito presidencial, justifique el por qué el famoso segundo piso de su 4T, necesita de la aplanadora legislativa para poder cimentarse con fuerza.
Ningún opositor cuenta con semejante ventaja competitiva.
Una estrategia similar la llevó a cabo con aquella Reforma Energética.
La que sabia que los gringos jamás dejarían que se aprobara.
Envuelto en el más burdo nacionalismo y manipulando una todavía más burda narrativa de combate al intervencionismo, sus niveles de popularidad y de aceptación al gobierno que encabeza, subieron en promedio un 5%.
Simplemente, le dio a sus seguidores lo que esperan de él.
Y no se ha salido del papel que interpreta, un solo día en los más de cinco años que lleva de ejercer el poder.
No tendría por qué ser diferente en la recta final de su sexenio y en medio de una obsesión de aplastar a sus adversarios en las urnas el primer domingo de junio próximo.
Como es de esperarse, estos adversarios saldrán a festinar con todo el rechazo a estas reformas.
Victorias pírricas.
Mientras, en lo que se refiere a la política auténtica, la real, la que define ganadores y perdedores, les seguirá comiendo el mandado.
Se siguen yendo con las fintas y los distractores.
No tienen remedio.
Así les va a ir.