Por Yasmín Flores Hernández
La violencia que sacude México, en estas últimas semanas, cimbra a los medios de comunicación ante lo cotidiano y frecuente de estos sucesos.
Pero hay casos que logran captar la atención, como el asesinato de un padre ante los ojos de su hijo o la muerte de una niña de 6 años en manos de quien deberia haberla cuidado, o sea sus padres; la desaparición de mujeres y hombres por todo el país; la golpiza propinada a un joven afuera de un antro por otros jovenes de casi la misma edad, entre muchos otros.
En algunas ocasiones, la brutalidad empleada por los autores hace que algunos casos logren una mayor repercusión.
La pregunta obligada es, ¿qué genera este tipo de conductas en las personas?
Mientras tanto, es la población mexicana la que se ve obligada a convivir de manera regular con estos hechos, a veces a través de la televisión, radio, redes sociales o en forma directa.
Y aunque muchos acaban por asumirlo con cierta normalidad, expertos alertan de las graves consecuencias que esta violencia puede tener para la salud mental de los miles de mexicanos que están expuestos a ella.
Ahora bien, yo agregaría que estamos inmersos en problemas psicológicos que no logramos detectar a tiempo, y esto conlleva a una explosión de emociones sentimientos y frustraciones que terminan detonando la violencia en todos sus modalidades.
Pero, ¿qué es la salud mental?
Es el estado de equilibrio que debe existir entre las personas y el entorno socio-cultural que los rodea, incluye el bienestar emocional, psíquico y social e influye en cómo piensa, siente, actúa y reacciona una persona ante momentos de estrés.
La salud mental es la base para el bienestar y funcionamiento efectivo de una persona y su comunidad.
Juan Manuel Quijada Gaytán, director General de los Servicios de Atención Psiquiátrica, menciona que no es novedad que en las últimas décadas México ha padecido un aumento en los niveles de las violencias, en plural, porque hay muchos tipos.
Cuando hablamos de trastornos mentales no hay un factor unicausal, pero está muy claro que la depresión, ansiedad, trastorno postraumático, la esquizofrenia, la bipolaridad, la alteración del sueño, el aumento en el comportamiento suicida en la población y el consumo de sustancias son recurrentes y contribuyen al aumento de la violencia.
Las consecuencias para la salud y el bienestar no son determininadas; es decir, no todas las personas que son víctimas de violencia van a responder de la misma manera.
Es importante mencionar que la intensidad de la afectación dependerá de otros factores como la edad, el temperamento, y especialmente de los agentes de apoyo que tengan en su entorno.
Es triste caer en el término de la “normalización”.
Sin embargo, muchas familias han sufrido por años o décadas situaciones violentas que han normalizado.
Sin duda el estrés juega un papel importante en todo esto.
El estrés crónico que produce la violencia continuada o un gran evento violento aumenta la producción de cortisol, lo que llamamos la hormona del estrés.
Y eso no solamente va a traer consecuencias a nivel de nuestra salud mental, sino también física.
Una detección a tiempo con un especialista que se vaya a la raíz, puede ayudar en mitigar la violencia que hoy vivimos.
No hay que olvidar que una situación de violencia es una situación de peligro.
Tenemos ante esto tres maneras de responder: huir, luchar o la parálisis, que es como anestesiarnos frente a la violencia cotidiana como un sistema de defensa para preservar nuestra vida y nuestra salud.
Le pongo a usted dos ejemplos:
En Torreón -en 2019- un niño de primaria llevó un arma y mató a su maestra para despúes sucidarse.
Era un niño que venía de una familia donde estaba normalizado el uso de armas.
Así que llega un punto en el que, con toda normalidad, mete el arma a su mochila, va a la escuela y comete aquel acto violento.
Lamentablemente cuando tú has nacido en un ambiente así, es difícil poder diferenciar qué es lo normal.
Si siempre has vivido rodeado de violencia, vas a decir que eso es lo habitual: lo normalizas y terminas acostumbrándote.
Un ejemplo mas es el del actor Pablo Lyle, quien en marzo de 2019 tras una discusión de tránsito en donde murió un hombre, fue condenado -en febrero de este año- a 5 años de prisión, 8 años de libertad condicional y 100 horas de servicio comunitario.
Este ultimo caso nos demuestra que en un segundo, nos puede cambiar la vida, por la falta de control de la ira, la ansiedad, el enojo y la frustación. Todo esto genera que -por lo acontecido- pierdas todo.
Desafortunadamente, en México hay cierta normalización de la violencia, pese a las consecuencias de salud mental que provoca.
De acuerdo con la última Encuesta Nacional de Salud Mental en 2018, se estima que 18% de las personas en edad productiva (15 a 64 años) y que viven en zonas urbanas sufren algún trastorno, así mismo se estima que 13 millones son dependientes al cigarro; 3 millones al alcohol y cerca de medio millón son adictos a drogas psicotrópicas. Además, entre el 1% y 2% ha cometido intento de suicidio.
La realidad es que el hecho de no cuidar y priorizar nuestra salud mental puede provocar a largo plazo problemas sociales.
Criar a un niño puede ser un reto.
Aún en las mejores circunstancias, su comportamiento y emociones pueden cambiar con frecuencia y rápidamente.
Hay momentos en que todo niño se pone triste o está ansioso, irritable o agresivo. A veces resulta difícil para los niños quedarse quietos, prestar atención o interactuar con los demás.
En la mayoría de los casos, estas son sólo fases normales del desarrollo.
Sin embargo, en el caso de algunos niños, estos comportamientos pueden indicar un problema más grave.
Los trastornos mentales pueden comenzar en la niñez.
Algunos ejemplos incluyen trastornos de ansiedad, trastorno de déficit de atención con hiperactividad, trastorno del espectro autista, depresión y otros trastornos del estado de ánimo, trastornos de la alimentación y trastorno por estrés postraumático.
Sin tratamiento, estos trastornos de salud mental pueden impedir que los niños alcancen su máximo potencial.
Y a la larga generar en los niños y adolescentes, adultos con baja autoestima, inseguridad en si mismos, y con ello desarrollar las diferentes enfermedades mentales.
Muchos adultos que buscan tratamiento de salud mental reflexionan sobre el impacto que los trastornos mentales tuvieron en su infancia y desearían haber recibido ayuda antes.
En este sentido, lamentablemente vivimos dentro de una sociedad la cual minoriza la salud mental, generando con ello, adultos con problemas de ira, frustracion, enojo y las antes mencionadas.
Yo le pregunte a usted:
¿Qué hace usted cuando le duelen las emociones?
¿Cómo se comporta cuando esta enojado?
¿Y cuándo está triste?
¿Acaso lo platica?
¿Tiene usted una red de apoyo?
Canalizar de manera correcta ciertas conductas con profesionales, ayudara a tener una sociedad sana.
En la actualidad relacionarse dentro de nuestra sociedad, es complicado.
Vivimos tiempos dificiles en donde nos topamos con personas adultas con diferentes transtornos mentales, desde los que mienten con tanta facilidad, que ellos mismos se creen sus mentiras, hasta los que terminan matando por las inseguridades que nunca atendieron.
En el mundo se estima que cerca de 1000 millones de personas presentan algún problema de salud mental, principalmente trastornos de depresión, ansiedad, trastorno bipolar y esquizofrenia.
Desafortunadamente, las cifras siguen aumentando por varios factores como la pandemia y la situación económica global, que afecta tanto a la salud física como mental.
Conociendo la cifra a nivel mundial, nuestro país no está exento a tener un gran porcentaje de personas con menos salud mental.
En el 2018, se reportó que en México aproximadamente el 17% de la población presentaba al menos un trastorno mental y se estima que 1 de cada 4 personas en el país se verá afectada como mínimo una vez en su vida por algún trastorno de este tipo y, lo más grave, es que solo 1 de cada 5 personas recibirá algún tratamiento.
Por otro lado, la factores que atraviesa el país en cuestiones económicas (corrupción, pobreza, crisis mundial); sociales (narcotráfico,violencia generalizada, desigualdad); y de pandemia (confinamiento, desempleo, miedo a enfermarse), repercuten en la salud mental de las personas, siendo un ejemplo la ansiedad que durante el confinamiento alcanzó a afectar al 50% de la población mexicana durante el primer año de la pandemia.
Hay que agregar que existe desconocimiento de que son los trastornos mentales, cómo se deben tratar y a quién recurrir, haciendo que este desconocimiento genere una estigmatización a quienes padecen algún trastorno.
México es el segundo país a nivel mundial con mayor nivel de estigmatización hacia las personas que sufren trastornos mentales, por lo tanto, estas personas padecen discriminación y un trato desfavorable, haciendo más difícil sobrellevar los trastornos mentales, y además de generar vergüenza para pedir ayuda.
Por tal motivo, es importante evitar estigmatizar a quien presenta trastornos mentales y sobre todo procurar nuestra salud mental y la de quienes nos rodean.
Cuidar la salud mental es importante tanto para tu cuerpo y mente, como también para cuidar tu entorno y mejorar tu desarrollo personal.
Notar algún cambio o problema en cuanto a tus condiciones mentales no debe ser causa de vergüenza o aislamiento, al contrario, pedir ayuda es una práctica que se debería normalizar y procurar tanto como ir al médico, ya que el asistir con un profesional puede ayudarte a mejorar tu salud mental.
Analicense y analicen a los suyos, priorizar la salud mental puede salvar vidas y mejorar a la sociedad.
Termino mi colaboracion con esta frase:
Nada va a cambiar, si tú no cambias.
Gio Zararri