Por Jesús Manuel Hernández
Finalmente la tarde del sábado, último de septiembre, se dejó ver el avance de los arreglos y acomodos al interior de MORENA, donde varias voces han tenido presencia, la de Claudia Sheinbaum y la de Salomón Céspedes han sido quizá las protagonistas principales de la operación para tener a las “corcholatas poblanas”.
No hubo final de fotografía, pero sí algunas sorpresas que permiten adivinar lo sucedido. A muchos asombra el número de votos de consejeros de MORENA a favor de Julio Huerta y la ridícula expresión para avalar al senador Armenta.
Obvio es que si los consejeros son un grupo emanado del barbosismo, una buena parte de ellos habría recibido prudentes indicaciones para mantener una línea y defender a las cartas del finado gobernador.
151 votantes dividieron sus preferencias, poco más del 42 por ciento de ellos vieron a Julio Huerta y asombrosamente a Nacho Mier con un porcentaje menor; asombra también que Liz Sánchez consiguiera 55 votos y Olivia Salomón cuatro votos más que Mier, con 48. Y la ridícula cantidad de 6 votos para Alejandro Armenta.
Se observa que Huerta sigue teniendo las riendas de Morena y eso lo ubica y afianza con Sheinbaum, la estructura de Puebla está bien aceitada y puesta a tiempo para lo que se ofrezca.
¿Por qué se preguntará el observador, Armenta quedó fuera? Porque es la principal señal de la siguiente negociación con Morena nacional en un acuerdo donde la figura de Liz Sánchez pudiera convertirse en una especie de comodín en los acuerdos nacionales donde el PT ha apostado todo su poder para sumarse con Claudia.
Liz está siendo apuntalada y puede estar en la recta final en esa negociación y cuota de género que se discute internamente.
La cuestión es quién de las dos mujeres electas este sábado 30, representa más a Morena, Olivia Salomón o Liz Sánchez, la respuesta es obvia.
Así las cosas Armenta tiene dos vías, esperar ser designado desde México y romper la alianza de los poblanos con Claudia, un asunto algo complejo y casi riesgoso para el senador o bien optar por la vía judicial y convertirse en el Ebrard aldeano.
Pero aún quedan episodios de esta novela, las figuras de Rodrigo Abdala y Claudia Rivera, estarán en las boletas de 2024, pero no necesariamente en el espacio donde se cruce para gobernador o gobernadora.
Ya lo advirtió Claudia Sheinbaum el sábado al convocar a la sospechosa “unidad” de los morenistas locales: “hay otros espacios para quienes no pasen encuesta de Morena Puebla” les dijo en un intento de calmar y ofrecer posiciones en otros niveles de candidatos. Estarán en juego el Congreso de Estado, la Cámara de Diputados y Presidencias Municipales de ciudades importantes como Puebla, Atlixco, Tehuacán, Cholula, etcétera.
Cuentan quienes estuvieron ahí que Nacho Mier durmió tranquilo, se mostró seguro y agradeció a quien rompió el veto de los barbosistas, aún quedan, para ser propuesto por el Consejo de Puebla.
Todo se va alineando le dijo uno de los asesores, sólo es cuestión de esperar, salvo que la cuestión de género lo baje de la contienda.
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Entre 1808 y 1833 en España gobernó el llamado “Rey Felón”, Fernando VII quien era aficionado a jugar al billar en su modalidad de “pool”, donde gana quién más bolas meta en las buchacas, para lo cual se necesita precisión en el tiro con el “taco” y conocimiento de trigonometría para buscar el rebote de la bola blanca sobre las bandas y la orientación para meter la bola que toque en la buchaca.
Fernando VII no era ducho en el juego, pero le gustaba invitar a los amigos a jugar y curiosamente siempre ganaba.
¿Cómo lo hacía? Pues muy simple el rey fingía estar distraído en una charla y dejaba que los otros jugadores hicieran su esfuerzo, pero los contrincantes sabían que el favor real dependía de dejar o mas bien hacer ganar al rey, de tal forma que le “acomodaban” las bolas a Fernando quien con muy poco esfuerzo las metía en las buchacas.
Se hizo famosa una frase en aquella época cuando ante un escenario para conseguir un triunfo en algo o un buen negocio, se les decía “a don fulano se las ponen como a Fernando VII”.
Si esta anécdota se aplica a la sucesión en Puebla, seguro que alguno de los competidores está sintiendo lo que el monarca aquél, pues la candidatura se la están acomodando, como en el billar.
O por lo menos, así me lo parece.