Obispo Auxiliar Emérito de la Arquidiócesis de México
SEGUNDA PARTE
El tema de la pederastia entre el clero tiene, por otra parte, ingredientes suficientes para las notas sensacionalistas, como es el tema de la sexualidad y la Iglesia, y catalizar los prejuicios y resentimientos de creyentes y no creyentes en su contra.
Al momento presente las aguas no se han calmado, pero empieza a haber un análisis del fenómeno más ponderado y sensato.
Por otra parte, no es justo querer trasladar una responsabilidad individual y convertirla en una culpa colectiva de toda la Iglesia.
h). Los ataques al Papa y su defensa por la Jerarquía.
Reacción de la jerarquía de la Iglesia: el Papa, los Obispos, los fieles católicos.
Justificaciones y disculpas:
Se han querido encontrar las razones de los problemas de abusos sexuales a menores en la Iglesia, que en alguna forma eximan o disminuyan la culpabilidad de la Iglesia. He aquí algunas de ellas:
+ el porcentaje de sacerdotes pederastas es mínimo y los casos de abusos sexuales a menores no es privativo de la Iglesia católica; de hecho se dan también en otras confesiones religiosas e instituciones y son menos de los que se dan en diversos sectores de la sociedad: médicos, profesores, entrenadores de deportes, guías scouts, voluntarios de grupos juveniles y aún entre vecinos, amigos y familiares. En general suceden en donde hay una relación cercana con niños, un círculo de confianza de parte de las víctimas y acceso fácil al trato con menores. Se habla más de los casos de abusos en la Iglesia por razones naturales (investidura y misión del sacerdote, mayor número de fieles en el mundo, posee mayor número de escuelas).
+ se ha alegado también que la mayoría de los casos denunciados no han sido delitos de pederastia propiamente dicha, sino más bien actos homosexuales, ya que se trata de actos entre sacerdotes y jóvenes varones adolescentes, muchas veces con la anuencia de estos mismos, fenómeno que en todo el mundo se ha dado a través de la historia (efebomanía).
+ simplemente afirmando que los casos denunciados sucedieron hace ya mucho tiempo, treinta, cuarenta o más años atrás.
+ se menciona también que la causa de estos abusos es la cultura permisiva sobre el sexo, el ambiente erotizado que priva en la sociedad, y el que ha faltado una mayor educación sexual en la familia y en las escuelas sin reducirla a una mera información genital que a veces lleva a in libertinaje sexual (en el caso de México).
+ hay una muy clara actitud en algunos sectores anticatólicos de atacar a la Iglesia, desprestigiarla y restarle autoridad sobre todo por la firme defensa de la vida humana que ha hecho la Iglesia, de la familia y sus enseñanzas sobre temas morales. Es evidente el intento de desacreditar a la Iglesia y al Papa precisamente para debilitar el impacto de su enseñanza.
+ Aunque estas razones sean en parte verdaderas, evidentemente ninguna de ellas libra de culpabilidad a la Iglesia de las acciones abominables de los sacerdotes pederastas, ni va a disminuir el desprestigio y la pérdida de credibilidad que le ha acarreado esta crisis. Los delitos de abusos sexuales a menores son actos abominables, que cometidos por personas consagradas, revisten una mayor gravedad y culpabilidad y constituyen en todos los casos un delito penado por la ley.
La reacción de los Obispos y del Papa Benedicto XVI:
+ Benedicto XVI repetidamente se ha disculpado por la vergüenza de los abusos sexuales de menores en varias ocasiones y ante audiencias de todo el mundo; no ha desconocido la gravedad de los delitos y ha dado la cara para afrontar el problema. Esto no había sucedido nunca antes. Se ha declarado profundamente apenado y avergonzado por estos actos, ha pedido perdón a nombre de la Iglesia, ha exhortado al arrepentimiento sincero emprendiendo una camino de purificación, curación y a una verdadera renovación interior de todos los cristianos, estableciendo normas precisas para que se haga justicia con las víctimas y se les atienda y se someta a los tribunales civiles a los culpables, ya que las normas eclesiásticas no prohíben a las víctimas denunciar los abusos sexuales a las autoridades.
+ se ha destacado esta voluntad del Papa Benedicto XVI de extirpar esa lacra de la Iglesia con mano firme y con una especial compasión para con las víctimas; la reciente carta del Santo Padre a los católicos de Irlanda es una clara muestra de su firme actitud ante este grave problema; cuando estuvo tanto en Estados Unidos como en Australia, y recientemente en Malta, Benedicto XVI se encontró con algunas víctimas de abusos. Está personalmente empeñado en hacer todo lo posible para hacer justicia y confortar a las víctimas.
+ ha dado normas a las Conferencias Episcopales sobre esta materia, siendo la más reciente la Conferencia de Obispos Católicos de Irlanda. El ha sido históricamente, más que cualquier otro funcionario eclesiástico, el que más ha reaccionado en contra de los abusos de menores por parte de clérigos y ha querido tomar enérgicas medidas precautorias para evitarlos. En lugar de culparlo de negligencia u omisión en estas materias, debe ser reconocido por el fuerte liderazgo que él ha asumido a nivel de toda la Iglesia en este campo. Tenemos con él una gran deuda de gratitud por la introducción de los procedimientos que han ayudado a la Iglesia a tomar medidas frente a esta lacra.
+ él no sólo se ha referido al tema de la pederastia en la Iglesia, sino que se ha reunido en distintas ocasiones con las víctimas y las ha escuchado; la última ha sido con ocasión de su visita a Malta (17-18 de abril) en donde se reunió con un pequeño grupo de víctimas a quienes después de escucharlos les ha dicho que estaba profundamente conmovido por sus historias, les expresó su vergüenza y pesar a ellos y a sus familias, hizo oración con ellos y les aseguró que la Iglesia está haciendo y seguirá haciendo todo lo posible para investigar las denuncias, enjuiciar a los responsables de los abusos y aplicar medidas eficaces destinadas a proteger a niños y jóvenes en el futuro.
Los Obispos también se han expresado en sus respectivas diócesis, reconociendo la gravedad y culpabilidad de estos delitos cometidos por algunos miembros del clero. Una de las declaraciones más significativas es la del Cardenal Norberto Rivera Carrera quien el jueves santo (8 abril 2010) en su homilía en la Catedral dijo a los sacerdotes ahí reunidos:
“Advierto a ustedes mis sacerdotes, que si alguno comete estos abominables actos, ni un servidor ni la Arquidiócesis de México defenderá o tolerará al delincuente, antes bien, promoverá que la autoridad civil actúe con todo el rigor de la ley y pague en consecuencia por sus crímenes. No gozamos, ni debemos gozar de ningún fuero. Por supuesto que en lo eclesiástico seguiremos actuando con la severidad ordenada por la Santa Sede”, apuntó
Después añadió “pido nuevamente a mis Obispos auxiliares para que hagan una revisión exhaustiva en sus respectivas vicarias con la finalidad de asegurarse que no haya casos de abusos sin resolver o reportar al tribunal eclesiástico cualquier ilegalidad”.
Los fieles católicos de distintos países, por su parte, le han manifestado al Papa su apoyo y solidaridad, tanto en las audiencias públicas, como a través por internet, muestras de apoyo, adhesión y solidaridad ante las campañas insidiosas de ataques en su contra. (ver p.e. Hazteoir.org)
i). El rol de los medios
En principio podríamos pensar que los medios se han concretado a cumplir su tarea de informar sobre los acontecimientos. Ahí están las denuncias, los juicios en los tribunales, las sentencias condenatorias, los nombres de los culpables. Sin embargo, analizando más detenidamente el fenómeno mediático nos podemos dar cuenta de que muchas de las notas informativas simplemente repetían lo dicho por otros, sin preocuparse de investigar la veracidad de sus fuentes y la comprobación de los hechos. Es obvio también que algunas informaciones han sido distorsionadas, y no son objetivas ni por tanto veraces. El interés de los medios en general está centrado en la culpabilidad de la Iglesia y del Papa, y no en las víctimas y las causas de este problema.
Existen detrás intereses anticatólicos y en muchos casos las notas informativas resultaron ser calumniosas, evidenciando una manipulación de la información con intención de desprestigiar a la Iglesia, restarle autoridad o de sensacionalismo periodístico. Algunos medios fueron aprovechados para avanzar en la agenda anticatólica.
Qué esperamos que suceda en adelante
En su mensaje de Pascua, el Papa reconoció que, en plena crisis, la humanidad “necesita un ‘éxodo’, que consista no sólo en retoques superficiales, sino en una conversión espiritual y moral. Necesita la salvación del Evangelio para salir de una crisis profunda y que, por consiguiente, pide cambios profundos, comenzando por las conciencias”. ?Para recuperarse de esta dolorosa herida La Iglesia debe reconocer en primer lugar ante Dios y ante los demás, los graves delitos cometidos contra niños indefensos (Carta a los católicos de Irlanda)?.
Durante los últimos 25 años, se ha emprendido una acción vigorosa dentro de la Iglesia para evitar cualquier abuso en contra de los niños y en los últimos 5 años han disminuido notablemente los casos y continúan disminuyendo.
La Iglesia no se debe recluir ahora en sí misma por temor al escándalo, sino por el contrario debe encarar clara y firmemente la realidad, buscando la verdad y actuando a favor de la justicia y apoyo a las víctimas.
Es esencial hacer un diagnóstico correcto del problema y no desviar la atención hacia otras cuestiones (celibato, el sacerdocio de las mujeres, otro enfoque de la sexualidad de parte de la Iglesia, etc.) La realidad es que la pederastia es una desviación patológica de la persona que no tiene curación. Y el problema se debe de encarar directamente.
Es necesario y urgente que se apliquen rigurosamente las normas que la Santa Sede ha establecido para prevenir estos casos en el futuro y los procedimientos que se deben seguir en los casos de denuncias (ver para esto la ?Guía sobre procedimientos en caso de abusos sexuales? publicado por el Vaticano en su página de internet www.vatican.va)
Este problema debe motivar a todos los fieles a la oración constante y a los sacerdotes a ser fieles a su vocación y compromiso de entrega. Debemos tener la seguridad de que Dios, a pesar de la realidad del mal y del pecado en la Iglesia y en el mundo, sigue actuando en ellos y derramando su gracia. No hay razón para el temor; Cristo ha vencido al poder del mal y de la muerte.