Por Alejandro Mondragón
Que el presidente Andrés Manuel López Obrador etiquete, una y otra vez, a Xóchitl Gálvez como la candidata de la mafia del poder, no hace más que advertir a su base electoral que se avecinan los peores tiempos de la polarización.
Claro, su movimiento, el de la Cuarta Transformación, enfrentará a “los traficantes de influencias” a “quienes pretenden regresar los tiempos de la corrupción”.
López Obrador sabe que la oposición, la Alianza va por México, se dejará venir contra la 4T y todo lo que representa, por lo que su base electoral que no lo mira, sino admira desde su mañanera diaria, se subirá a los ataques.
La polarización electoral en México tiene sus antecedentes. En Chiapas el entonces candidato del PRI, Eduardo Robledo Rincón (padre del actual director del IMSS, Zoé Robledo) puso en marcha este modelo de ganar la voluntad popular, en los comicios de diciembre de 1994.
Radicalizar el discurso, exhibir al adversario y sostener el esquema de patria o muerte fueron suficientes para imponerse al perredista Armando Avendaño.
Claro, Robledo duró en el cargo unos días porque en enero de 1995, el presidente de la época Ernesto Zedillo lo mandó de embajador a Argentina, porque la beligerancia con la que llegó a la gubernatura ponía en riesgo los acuerdos con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y fue sacrificado.
Pero ese modelo de polarización se fue perfeccionando. En Puebla, lo asumió el entonces candidato opositor a la gubernatura, Rafael Moreno Valle, para quitarle el poder a Mario Marín y compañía.
Se usó a Los Preciosos como bandera de lo que malo que eran. La mafia marinista que debería ser desterrada.
Ahora, con Andrés Manuel López Obrador, esta estrategia de polarización ha llevado a que la oposición se cuelgue la etiqueta, nuevamente, de representar la mafia del poder, lo antidemocrático, lo corrupto y demás lindezas.
AMLO sabe que Xóchitl Gálvez entrará en la ruta de la colisión con la 4T, porque cree que sigue la guía de confrontación de quienes se encuentran detrás de la Alianza va por México, con Claudio X González a la cabeza.
Y más Amlitos y florecitas veremos en los estados donde también se renovarán las gubernaturas, porque en la lucha por el poder, en estos tiempos de canallas, se juega el todo o nada.
Y nadie, absolutamente nadie, lo puede remediar ya.