03-05-2024 03:56:47 AM

¿Piso parejo? 

Por Valentín Varillas 

 

Como mantra repite el presidente que no hay favoritos en el proceso interno de selección del candidato de Morena a la presidencia. 

Que las mismas condiciones de igualdad de participación están garantizadas en la designación del resto de los abanderados. 

Sobre todo en los nueve estados en donde habrá elección. 

Difícil creerle a López Obrador cuando él mismo definió las prioridades en términos de elegir a los perfiles que hoy ocupan posiciones clave en su círculo más cercano. 

Aquel “90% lealtad y 10% capacidad” parece contradecir la hueca promesa del piso parejo. 

Lo mismo, el trato diferente que el propio Andrés Manuel le ha dado a cada una de las corcholatas desde la llegada de la 4T al poder. 

Sheinbaum, por ejemplo, ha ocupado un lugar de privilegio en el ánimo del jefe del ejecutivo federal. 

Fue protegida y blindada como nadie, en coyunturas que pudieron ser fatales para sus aspiraciones personales. 

La tragedia de la Línea 12 del Metro, por ejemplo. 

AMLO decidió que él iba a ser el único que declararía sobre el tema y dedicó varias mañaneras a salvar a su pupila. 

¿Cuánto vale en lo político semejante deferencia? 

Algo parecido sucede con Adán Augusto López. 

A partir de su llegada a la Secretaría de Gobernación, desde el púlpito presidencial ha recibido puros halagos. 

El más contundente, claro y demoledor se dio cuando el hombre más poderoso de este país, ante los medios de comunicación masivos y electrónicos, redes sociales y demás se refirió al tabasqueño como “mi hermano”. 

Así, nada más. 

Ya en lo político, Adán ha tenido manga ancha para hacer y deshacer. 

El presidente le dio un protagonismo atípico para un miembro del gabinete. 

Con el pretexto de cabildear con los congresos estatales temas como la reforma a la Guardia Nacional, lo mandó a recorrer todo el país con reflectores mediáticos incluidos, lo cual fue muy importante para incrementar su nivel de conocimiento y posicionamiento entre los ciudadanos. 

Es el auténtico garante de la sucesión y del posterior cumplimiento de los acuerdos entre el que ya se va y la o el que llegue. 

Lo veremos sin duda en un papel protagónico en el próximo sexenio. 

Pase lo que pase. 

Dos ejemplos de cómo se puede hacer disparejo un piso, no necesariamente en los tiempos que marca la convocatoria del oficialismo para elegir el candidato de la continuidad. 

Ni Ebrard puede presumir semejantes privilegios. 

No extrañará, por lo mismo, que el corazoncito de López Obrador se incline por determinados perfiles en la elección de los candidatos en los estados en donde habrá relevo. 

Puebla, por ejemplo. 

¿A quién de los tiradores podría beneficiarle la cercanía o la distancia con el “Macho Alfa” y única voz cantante de esta Cuarta Transformación? 

O vamos a seguir creyendo en el mito genial de la igualdad de participación. 

Por favor. 

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