Por Valentín Varillas
Tal y como se esperaba, Morena se perfila para ganar el Estado de México y la alianza opositora Coahuila.
Falta lo que diga el famoso PREP, pero las encuestas de salida serias coinciden en su pronóstico.
Nada nuevo.
Así estaba planeado en el presupuesto electoral de ambos bandos.
Los gritos, sombrerazos, acusaciones, declaraciones adelantadas de triunfo y todo lo demás que vimos y leímos alrededor de la jornada dominical, es simple filigrana.
Elementos importantes para darle credibilidad a este enorme teatro de sombras.
Cada quien actuó como debía y todos recibirán su consecuente recompensa.
Algunas serán más visibles y obvias que otras.
Todos ganan en este escenario.
Inclusive “perdiendo”.
Morena se hace del control del estado que más votos aporta al padrón nacional, suma una gubernatura más a su haber y por lo mismo, una mandataria que tendrá plena capacidad de operación electoral y económica a favor de la candidata o candidato presidencial del oficialismo.
Es el claro puntero y favorito indiscutible en la mayoría del país, de cara al 2024.
El PRI mantiene un bastión de los poquísimos que le quedan -por seis años más-, lo que en términos de política real significa conservar un espacio de control político y de manejo absoluto de los millonarios negocios que se realizan al amparo del poder.
Casi nada comparado con las posiciones que tenía antes del 2018, pero nada mal para un partido que se encuentra en peligro real de extinción.
Además, el pacto de impunidad AMLO-Peña Nieto, caminará sin sobresaltos en su recta final.
El Estado de México era la joya de la corona y entregarlo dócilmente como lo hizo el PRI, es el mejor escenario para aquella pandilla que gobernó el país y que lo saqueó descaradamente el sexenio anterior.
Vivirán en la más absoluta calma, a pesar de la contundencia de su corruptelas, por lo menos mientras Morena gobierne el país y esa entidad.
Hasta premio diplomático puede haber para el disciplinado Alfredo, por los valiosos servicios brindados al presidente López Obrador.
Tranquilidad pura.
Vendrán acusaciones, impugnaciones, denuncias y demás.
Normal.
Más picante se va volver este burdo “reality show”.
Lo que sí debe preocuparnos es el hecho de que, poco a poco, la incertidumbre se va eliminando de nuestros procesos electorales.
Aquella que debe de ser un ingrediente fundamental en cualquier democracia.
Adelantar con tanta anticipación y certeza resultados de este tipo, nos muestran con toda crudeza que las élites y las estructuras que manejan, siguen pesando más que el voto de aquellos ciudadanos que no tienen un interés económico o político directo en el resultado de una elección.
El próximo año nos darán otra prueba irrefutable de lo anterior.
Ya lo verá.