Por Alejandro Mondragón
Cómo han cambiado los tiempos en Puebla, donde hoy los enemigos acérrimos del poder barbosista cohabitan y, como buenos poblanos, reparten abrazos de caguamo.
El gobernador Sergio Céspedes Peregrina es factor de tolerancia política, pues su oferta de piso parejo de cara a las elecciones del 2024 es un hecho.
Lo sabe Ignacio Mier Velazco, diputado federal morenista, quien se paseó de mesa en mesa durante la comida privada en Casa Puebla, ofrecida al canciller Marcelo Ebrard, el pasado sábado.
Igualmente está enterado el senador Alejandro Armenta Mier, quien acudió a la apertura de las nuevas oficinas de Relaciones Exteriores en Tepeaca.
Ambos invitados por el gobernador Céspedes.
También lo asume Julio Huerta, el secretario de Gobernación, quien asiste a reuniones estatales y nacionales, así como a giras de trabajo y tiene su lugar.
Hasta Rodrigo Abdala entró al juego de la sucesión y Manuel Bartlett lo sabe.
Y de igual forma se abren espacios a Olivia Salomón, oradora en la comida a Ebrard y el género mejor posicionado al interior de Morena.
Está claro que en el gobierno morenista de Puebla asisten quiénes van de punteros, los y las demás viven de las selfies.
Pero los presidenciales reciben el cobijo político en la movilización de estructuras. Claudia Sheinbaum lo tiene presente, Ebrard ya sintió el calor político en Puebla; y Adán Augusto López lleva el pulso estatal.
El político y su circunstancia es lo que define los estilos de gobernar y legitima el liderazgo. Hace seis meses eran impensables tales escenarios.
El choque de trenes ya no se dará, porque todos los actores políticos saben que la encuesta será la madre de todo.
