Por Valentín Varillas
Antes de favorecer a la empresa Cargo Móvil con la concesión de parquímetros en la ciudad, el alcalde Eduardo Rivera quiso desmarcarse mediática y legalmente de sus socios y aparentar que no tenía compromiso alguno con ellos.
Por ello, denunció ante la Auditoría Superior del Estado a la anterior administración de la capital, la de Claudia Rivera Vivanco, por un contrato que la morenista celebró con la razón social dueña de la marca comercial Parkimóvil.
A través de una adjudicación directa, la CMA-SSC-AD-517/2021, con fecha del 31 de marzo del 2021, Cargo Móvil se hizo del contrato para el “licenciamiento de uso de una App móvil para realizar infracciones digitales para la Dirección de Control de Tránsito de la Secretaría de Seguridad Ciudadana del municipio de Puebla”.
El costo del proyecto fue de $7,015,680.00 pesos.
La famosa aplicación jamás funcionó bien.
Por eso la supuesta denuncia.
Por eso también, la materia prima perfecta para lavarse la cara y deslindarse de antemano de quienes poco después iba a favorecer.
“Sacrificar” un contrato de poco más de 7 millones de pesos como valor total, si es que el proceso de denuncia de irregularidades en la adjudicación procede legalmente, es un precio pequeñísimo a pagar a cambio de una jugosa concesión que, en el peor escenario, reportará ingresos por casi 6 millones de pesos mensuales.
Haga cuentas.
Los números no dejan lugar a dudas.
Asumir el mal menor, para aparentar que en la actual administración no existen empresas ni empresarios favoritos y que tampoco se pagan facturas de tipo político o económico con el grupo que es afín ideológicamente al alcalde Rivera.
Nada más ajeno a la realidad.
Simulación pura.
Es evidente que Lalo está cooptado por los cachorros de las familias custodias.
Los descendientes de los eternos perdedores de elecciones, pero que siempre ganaban en lo económico, a través de los pactos inconfesables que amarraban con los gobiernos priistas en lo oscurito.
Vivieron de todo esto hasta que llegó Moreno Valle y les arrebató todo.
Partido, canonjías, privilegios y demás.
Hoy andan crecidos.
Muerto el grupo político de Rafael y una vez retomado el partido, sienten que por ellos mismos ganaron por paliza la ciudad.
No ven, o de plano no quieren ver, todos los factores y coyunturas específicas que se dieron alrededor de esa elección, que fueron únicos e irrepetibles y que explican perfectamente el por qué de semejante resultado.
Están convencidos que la victoria es suya, solo suya y que están dadas las condiciones para que en el 2024 se sirvan, ahora sí, con la cuchara grande.
Sueñan que por fin, ahora sí, tendrán un gobernador formado en los preceptos, usos y costumbres de la Organización, emanado del verdadero y auténtico PAN.
En ese contexto no escatiman en usar su doble cara su eterna doble moral.
Por un lado, la del supuesto trabajo conjunto y buena relación con el gobernador Barbosa.
Por el otro, el de la crítica soterrada, personal, cobarde, la que no tiene empacho en meterse con todos y en todo.
Hasta en lo más íntimo.
Esa que se aprueba, diseña, financia y opera desde la oficina principal de Palacio Municipal, que lleva por supuesto el aval y el visto bueno del edil, pero que se publica a través de personeros de los cuales resulta muy fácil deslindarse.
No hay por qué sorprenderse.
Así han sido, así son y así seguirán hasta que, otra vez, el destino los alcance.
Vaya amargo despertar el que les espera.