Por Alejandro Mondragón
El gobernador Luis Miguel Barbosa puso ayer el dedo en la llaga sobre el papel de Morena como partido en Puebla:
¿Por qué no denunció a Luis Banck y a Antonio Gali, en su paso como alcaldes del PAN?
¿Por qué permite que Acción Nacional acuse a gobiernos morenistas, como el de Claudia Rivera Vivanco, sin responder?
Si la alcaldesa incurrió en malos manejos serán las instancias correspondientes las que apliquen las sanciones, pero Morena no responde ni defiende nada.
Está claro que arrancó el golpeteo político panista contra las gestiones morenistas de cara al 2024. No existe otra interpretación más que posicionar temas en el imaginario colectivo.
El problema es que Morena, efectivamente, está paralizado en sus disputas de control internas: seguidores de Ignacio Mier contra los de Alejandro Armenta y, a su vez, los de Claudia Rivera.
En tanto, las gestiones de Morena entran al fuego cruzado sin que el partido disponga de parque para repeler las agresiones azules.
Va intensificarse la guerra.
El gobernador también reveló que su gobierno ha procedido legalmente contra personajes del PAN que incurrieron en anomalías y “faltan muchos, muchos más” que ya tienen carpetas de investigación abiertas.
Lo del 2024 podría ser un tema que incluso se dirima en tribunales penales, no en las urnas, ante el cúmulo denuncias que se darán en esta lucha por el poder.
Eso eso, la pelea por el poder.
No más, no menos.
Y que Puebla de los Ángeles impida que despierte la de los Demonios.
