Por Jesús Manuel Hernández
La Ciudad de Puebla está próxima a cumplir 491 años de su fundación y el Ayuntamiento acaba de emprender una serie de medidas en el orden de la identidad colectiva y el arte urbano.
Algunos se han mostrado escépticos, quizá porque se han olvidado de algunos renglones que han sido aislados por las autoridades en el terreno de la imagen urbana, casi siempre dedicada a lo protagónico y no a lo histórico.
Ocho esculturas de personajes relacionados con Puebla han sido colocadas en el ahora llamado Andador 5 de Mayo, la calle peatonal por excelencia de la ciudad, por cierto rechazada en sus orígenes por una buena parte de los comerciantes, después ampliamente beneficiados.
La polémica ha surgido por varios vectores de opinión, unos cuestionan y otros respaldan la presencia de determinados personajes de la ciudad, situación que compromete a quienes emiten opiniones.
Pero es el caso que a este reportero le han pedido su opinión.
Sin duda la mayoría de los elegidos posee méritos de poblanidad, incluso sin haber nacido en esta ciudad capital, pero otros por desgracia o no hicieron nada por ella o nunca se sintieron identificados con la angelópolis.
Sin duda Hugo Leicht Meyer tiene un mérito muy especial, gracias a sus investigaciones es posible saber qué tuvo Puebla a principios del Siglo XX en cuanto a su patrimonio edificado.
En 1934, luego de dejar la dirección del Colegio Alemán y por rezones quizá políticas, se vio impedido de continuar con su trabajo en la educación, así que gracias a sus benefactores, Miguel Marín Hirschmann, Carlos Toussaint, José Luis Bello, Enrique Gómez Haro, Tomás Furlong, Bernardino Tamariz, Sergio Guzmán, entre otros, pudo ver la luz la primera edición de “Las Calles de Puebla” un estudio histórico único.
La escultura de Isabel de Portugal quizá pretenda “amarrar” el nacimiento de la ciudad a su origen, como tierra para los españoles vagabundos.
Amy Camacho, heredera del Cap. Carlos Camacho tuvo también un papel protagónico en la culminación del proyecto de Africam, el peculiar zoológico que ha traído más turismo a la ciudad que la Estrella de Puebla.
Natalia Serdán también amarra a Puebla a una parte importante de la historia, la de la Revolución Mexicana.
Pedro Ángel Palou Pérez es el más poblanista de los no nacidos en Puebla, su aportación a la cultura, la historia, la crónica, son punto y aparte.
Elena Garro, escritora y periodista nacida en Puebla en 1916, y esposa de Octavio Paz entre 1937 y 1959, jamás se sintió identificada con Puebla, por el contrario, rechazaba públicamente su cercanía con la ciudad e incluso llegó a no aceptar la Cédula Real de la Fundación de la Ciudad.
Javier López Díaz, se ganó el reconocimiento de la sociedad poblana en todos sus niveles económicos y su repentina muerte le abre el espacio, bien ganado, para tener un rincón en la 5 de Mayo y la 2 poniente, a un lado del Edificio Alles donde se inició en la radiodifusora XEHR de Rafael Cañedo.
Gaspar Henaine, coloquialmente conocido como “Capulina”, nació en Chignahuapan, no en la capital, y jamás presumió de ser poblano, su infancia más relacionada con Hidalgo y Ciudad de México, pero no con Puebla a donde venía algunas veces a promover su circo.
Muchos personajes están ausentes. Hay quien ha pedido considerar a gente como Marín Hirschmann, Carlos Toussaint, Enrique Cordero y Torres, José Luis Ibarra Mazari, Enrique Montero Ponce, Urbano Deloya, Enrique Gómez Haro y otros.
El caso es que los poblanos están volteando a la historia, a sus actores, a quienes dieron vida a las leyendas.
Una cosa sí es totalmente cuestionable y tiene que ver con el arte urbano, con la estética y la isóptica; el parecido con los personajes en algunos casos está muy alejado, quizá Palou sea el menos reconocido y eso se presta a abrir espacio a la crítica por la decisión de colocar las esculturas.
En fin. Como lo anoté al principio, opinar compromete.
O por lo menos, así me lo parece.